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miércoles, 2 de febrero de 2022

DOS FUNDADORES

 

Que no pase por alto

En estos días se han cumplido años de dos acontecimientos que recuerdan a sendos grandes de la tauromaquia: Costillares y Paquiro. Dos toreros que no sólo contribuyeron a engrandecer la fiesta sino que, y puede que sea más importante que sus triunfos en el ruedo, la regularizaron, normalizaron, reglamentaron y acercaron a lo que hoy conocemos como tal.

En general las efemérides han pasado bastante desapercibidas y en pocos sitios he visto o leído un recuerdo a estos dos padres fundadores.

Si nos atenemos a un orden cronológico, hay que empezar diciendo que el 27 de enero de 1800 fallecía en Madrid, a los setenta y pocos años de edad -su fecha de nacimiento no ha quedado clara en las distintas biografías escritas sobre él, aunque parece la más segura la del 20 de julio de1729- , a consecuencia de un carbunclo o tumor que tuvo en una de sus manos, Joaquín Rodríguez “Costillares”. Esa confusión histórica sobre la fecha de su nacimiento viene dada por tener el mismo nombre que su abuelo y su padre, ambos también matadores, y el mismo alias que su tío Juan Miguel, así mismo torero.

Desde bien pequeño tuvo clara su vocación y enseguida, al igual que su padre, entró a trabajar en el matadero de su Sevilla natal.

Se le considera el creador de la base del toreo de capa al perfeccionar el lance a la verónica y, entre otras muchas aportaciones, organizó las cuadrillas de toreros, que antes se contrataban por la empresa de la plaza, disciplinando su actuación y sometiéndolas a las órdenes del matador, quien se convertía de esta manera en el director de la lidia y estableció los tercios de la misma e inventó la estocada a volapié, para sacar partido de los toros parados en la última suerte.

Su gran rival fue Pedro Romero, quien mató, en Madrid, en 1795, el último toro a que se enfrentó en su vida y al que no pudo rematar debido a sus problemas de salud, lo que supuso para él un gran disgusto.


El 13 de enero de 1805 nació, en la ciudad gaditana de Chiclana de la Frontera, Francisco de Paula José Joaquín Juan Montes Reina, mucho más conocido como Paquiro. Hijo del administrador del marqués de Montecorto, la ruina familiar le llevó a una vida aventurera que desembocó en la Escuela de Tauromaquia de Sevilla que dirigía el maestro Pedro Romero, tomando la alternativa meses después de su primera aparición en un cartel de toros. Fue en Madrid, el 18 de abril de 1831, de manos de Juan Jiménez “Morenillo”, que le cedió la muerte de un toro de Gavira.

Paquiro, que en su época en activo tuvo como gran rival a Cúchares y fue protector de su paisano José Redondo, continuó la labor innovadora y reformista de Costillares, asentando las bases y reglas del toreo moderno en su obra de 1836 “Tauromaquia completa” -para muchos la Biblia del toreo-, en la que no sólo reformó y reglamentó el concepto de espectáculo taurino sino que modificó el traje de luces, acercándolo ya al modelo que hoy se usa y lleva. Aportó, además, el uso de una prenda de cabeza que imitaba al casco de los caballeros alanceadores y a la que, según algunos tratadistas, se le dio el nombre de montera en su honor.

Fue el torero mejor pagado de su tiempo y el que más corridas tenía cada año, siendo apodado el Napoleón de los toreros.

A causa de una cornada en la pierna, propinada por el toro “Rumbón”, de Torre y Raurí,  el 21 de julio de 1850 en Madrid, se alejó definitivamente de los ruedos, sufriendo una larga y dolorosa convalecencia de la que no habría de recuperarse, falleciendo el 4 de abril de 1851

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