Después del zambombazo que había dado por abril en Sevilla con la corrida de Miura, era en esta tarde pamplonesa la primera vez que Pepe Moral se volvía a vestir de luces.
Ni una sola empresa se acordó de aquella tarde, salvo los buenos aficionados de la Casa de Misericordia, que tuvieron la sensibilidad de contratarle.
En correspondencia, Moral dejó en esta Monumental una colección extraordinaria de naturales. Pero, ¡qué injusto es el toreo en estos tiempos de la modernidad! Si los que controlan la Fiesta hubieran trabajado a comienzos del siglo XX, es tal su grado de ceguera que ni se habrían enterado que un torero llamado Juan Belmonte traía una revolución al toreo.
Eso de que "el toro pone a cada uno en su sitio" se ha convertido ya en una antigualla que el actual sistema no contempla.
En el historia del toreo siempre se dijo que “el toro pone a cada cual en su sitio”. Y en efecto, así fue durante mucho tiempo. El toro entronizó a Joselito y Belmonte, pasando por delante de quienes mandaban en el escalafón de su época. El toro llevó a la cumbre a Manuel Rodríguez “Manolete”.
El toro, en una sustitución circunstancial en Santander, para un parado tras su alternativa y conocido por Antonio Ordóñez tuvo la recompensa de 40 contratos en una sola noche.
Pero los tiempos cambian. En esta etapa posmoderna que toca vivir en nuestros días ese viejo dicho taurino exige de demasiadas matizaciones. Ahora lo que era casi una ley, ha pasado a tener una redacción más o menos así: “el toro pone a cada cual en su sitio, si a los taurinos les conviene”.
La realidad es esa y no otra. Y lo demás, son ganas de engañarse.
Solo así se entiende que Pepe Moral haya tenido que esperar hasta esta tarde sanferminera para volver a vestirse de torero, después del zambombazo que allá por abril dio en Sevilla con la corrida de Miura. Ni Madrid, ni ninguna otra empresa…, tan sólo la MECA, que no son empresarios profesionales, tomaron nota y le firmaron el contrato. Manda huevos, que habría dicho el ínclito presidente del Congreso. O como añadiría otro: “así nos va”.
Y el nostálgico entrado en años cerraría el diálogo con un: “estas cosas no pasaban en mis tiempos”.
Pero quien sabe hacer el toreo, lo sigue sabiendo a pesar de todos los pesares. Moral lo demostró con su faena al 5º de los escolares de este sábado. A un toro muy encastado en bueno, le cuajó un ramillete de naturales que resultaron hasta majestuosos. Qué temple y qué precioso trazo el de cada natural, en unas series en la que cada muletazo mejoraba al anterior, iba a más, tanto que hasta paró por unos momentos la jarana de esta plaza. Pese al previo metisaca, cuando hizo rodar a su enemigo Pepe Moral tuvo que recoger por criterio unánime una oreja.
Pero que Moral no venía sólo a cobrar ya había quedado claro con el débil y poco colaborador que le correspondió en su primer turno. Llegó hasta donde el escolarpermitía, pero lo que hizo tuvo buen son.
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