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jueves, 25 de abril de 2019

CARTA ABIERTA A FERNANDO CUADRI



     Querido amigo:
     Si en vez de carta esto fuese un artículo, no tengas duda de que lo hubiera titulado, refiriéndome a ti, “Coherencia”, haciendo referencia a tu capacidad de hacer de tu vida ganadera y personal –en lo que la conozco– un conjunto unitario y sin contradicciones. Porque pocas personas conozco tan coherentes como tú. Acuñaste los consejos que te dio tu padre, seguiste el camino que él abrió primero sin desviarte de la senda, mantuviste fiel a sus parámetros –mejor: vuestros parámetros– el alto prestigio de la ganadería profundizando en los principios heredados y, sabiendo compaginar sabiamente esa máxima de que el ganadero debe llevar la ganadería al tiempo de que la ganadería lleva al ganadero, convertir vuestra divisa tricolor en un santo y seña de honestidad, afición, compromiso con la Fiesta y garantía para el aficionado.
    
En todos estos 46 años que has estado al frente de la ganadería, no te nublaron la mente ni cegaron tus ojos el dinero ni la fama ni las proposiciones “fáciles” ni las mil y una tentaciones que revolotean por el planeta de los toros buscando corromperte. No miraste tu bolsillo cuando tuviste que decidir no acudir el año venidero a una gran feria, bien porque no creías tener toros dignos de ella, bien porque el momento de la ganadería aconsejaba dejar pasar cierto tiempo antes de volver a pelear por el triunfo en el mismo ruedo. Tampoco cuando tuviste que poner a algún empresario en su sitio por considerar que te había faltado el debido respeto. Esa casta que persigues en tus toros aflora al horizonte de tus actos confiriéndote el poso de hombre cabal.

     Tienes la inmensa fortuna de haber tenido como referente a tu padre, don Celestino, al que yo tuve la suerte de conocer y tratar para que me dejara la imborrable huella de un eterno agradecimiento hacia su persona. En él aprendí –como en ti he vuelto a constatar muchas veces– la tremenda diferencia que existe entre el señorío y el señorito. Lo segundo se amasa con altanería, despotismo, chulería, engreimiento y menosprecio; lo vuestro, ese señorío que os sale del alma, es fruto de la humildad, la caballerosidad, la humanidad, la discreción, la sensibilidad y la tolerancia del que en el fondo sabe que “Nadie es más que nadie”, como rezaba el pendón de los comuneros de Castilla, porque –y ahora cito al Juan de Mairena machadiano– “Por mucho que valga un hombre, nunca tendrá valor más alto que el de ser hombre”, y en eso, amigo Fernando, ante ti, como antes ante tu padre, hay que descubrirse.

     El último gesto de ese señorío es la delicada decisión que acabas de tomar. Mucho se habla de dar el paso adelante o el paso atrás, pero pocas veces se repara en la tremenda importancia de dar el paso a un lado para dejar vía libre a la vida nueva que tiene que empezar a tomar el timón con objeto de continuar el camino cuando ya no estemos o no tengamos fuerzas para prestarle el aliento debido. Mantenerte al margen, ceder responsabilidades, pero –al igual que hizo tu padre contigo en tus primeros tiempos de llevar las riendas de la vacada– con la vigilancia precisa para evitar que la inexperiencia haga de las suyas, me imagino lo duro que debe de ser para ti. Un hombre como tú, que has sacado enseñanzas de los pollos ingleses, de la cría de canarios, hasta de los experimentos de Pávlov, para aplicárselos al toro bravo que has venido criando durante tantos años, a fin de afinar con todas estas experiencias y razonamientos los criterios de selección y manejo más idóneos que te aproximaran al modelo de toro que sueñas mandar a la plaza, tiene que poseer una afición inmensa; una afición que ha de suponer un gigantesco obstáculo a la hora de tomar una resolución tan decisiva. De ahí que estime admirable, de nuevo, esa coherencia tuya, esa limpieza de miras que te hace ver las cosas como son sin dejarte llevar por lo que a tus deseos ganaderos personales apetece.

     Vaya desde aquí, con mi reconocimiento, mi más cordial enhorabuena por todo lo que has conseguido, por todo lo que has conservado y, sobre todo, por ser quien eres.
     Un fuerte abrazo y toda la suerte del mundo.
     Santi Ortiz
     Sanlúcar de Barrameda, 24 de abril de 2019

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