FOTO: Alberto de Jesús Rdgz. |
La lidia es espectáculo.
Y la casta de los toros, aunque no se les pueda hacer la faena
al uso; y la presentación de los cornúpetas que
aporta seriedad e importancia al quehacer en
los ruedos en lugar del sentimiento de lástima
Y la casta de los toros, aunque no se les pueda hacer la faena
al uso; y la presentación de los cornúpetas que
aporta seriedad e importancia al quehacer en
que embarga a los tendidos cuando observan
el trote cochinero de toretes afeitados; y es espectáculo ver al picador sintiéndose torero, ejecutando la suerte de varas en lugar de simular el tercio capital de la fiesta; y los banderilleros que se gustan ante las dificultades de la casta; y los toreros que se implican en la lidia dejando lucir a su enemigo, como intérpretes de la bravura en el ruedo,en lugar de ser funcionarios del pegapasismo con pose aflamencada cuando pasa el animal moribundo;
y ver al toro, ahora sí centro del rito,
recorrer el diámetro del anillo para enfrentarse
una y otra vez al castigo.
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