Toros de GUTIÉRREZ LORENZO ( El Capea ), de aspecto anovillado, faltos de casta y aborregados .
ENRIQUE PONCE, de grana y oro. Pinchazo y bajonazo (palmas). Bajonazo. Un aviso (una oreja) . |
EL CID, de tabaco y oro. Estocada trasera y tendida. Un aviso (una oreja). Estocada trasera (una oreja) |
DANIEL LUQUE, de blanco y oro. Estocada trasera y caída y descabello. Un aviso (silencio). Pinchazo y estocada (silencio) . |
El espectáculo que nos tragamos en la última de Fallas ha sido pues un simulacro, un esperpento, un remedo de la fiesta de los toros. Y como la gente no es tonta la plaza registró la peor entrada que recuerdo en los muchos años de presencia en las corridas falleras. Un 19 de marzo, el día grande, y apenas más de media entrada es todo un aviso, un timbre de alarma para la empresa y, por supuesto, para Enrique Ponce considerado como base de los carteles de este año, y el único anuncuiado en dos tardes. Parece que, en efecto, la gente ya se olía la tostada y no fue a los toros.
Todo tiene un límite y cuando un torero lleva varios años dejándose anunciar con las corridas más indecorosas y más borregas, por muy gran figura que sea, los aficionados se retraen, dejan de ir a la plaza para verle. Desde luego la trayectoria de Ponce en sus más de veinte años de alternativa en los que se ha ganado a pulso un sitio muy importante, no merece este final de trayecto, dejando vacíos gran parte de los tendidos en el día grande de las Fallas.
Ayer manoseó a sus dos pobres toros en dos faenas largas, buscando el aplauso fácil de los tendidos de sol, como si de un ganapanes cualquiera se tratara. Docenas de muletazos sin fondo porque delante no había otra cosa que carne mansa y nula casta. Nadie le puede negar el derroche de voluntad, pero esas dos faenas en las que no dejó un solo muletazo para recordar y la orejita que le dieron en el cuatrto después de un bajonazo, no demuestran otra cosa que el camino equivocado de Enrique en este punto de su carrera.
El Cid se llevo el gato al agua porque su lote se movió y porque en su primero ligó una gran tanda de naturales. El resto de la actuación del torero sevillano estuvo marcada por una sucesión de pases dentro de un tono emotivo, muy pendiente del efectismo. Pero le sirvió para cortar una oreja en cada toro y luego salir en hombros.
Daniel Luque aburrió tanto como sus dos toros, que no podían con el rabo, especialmente el último que apenas se podía mover. Con este tipo de corridas le hacen un flaco favor a este torero, dotado para enfrentarse al toro encastado y bravo.
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