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sábado, 17 de marzo de 2012

Una puerta grande demasiado ancha

Padilla, aclamado como un guerrero.

Valencia.Toros de GARCIGRANDE/HERNÁNDEZ y un sobrero (6º) de PARLADÉ, de escasa presencia, sin fuerza y faltos de casta .

 Entrada: Lleno de "No hay billetes".

JUAN JOSÉ PADILLA, de malva y oro. Estocada caída. Un aviso (una oreja). Estocada corta (saludos) (1).
JOSÉ MARÍA MANZANARES, de azul noche y oro. Estocada (dos orejas). Dos pinchazos y estocada. Un aviso (silencio) (2).
ALEJANDRO TALAVANTE, de malva y oro. Estocada desprendida (una oreja). Estocada caída. Un aviso (una oreja) (1)
A Padilla lo recibieron en Valencia como a un héroe legendario, como al guerrero que regresa con las secuelas de la dura batalla en el rostro. A la salida del hotel lo esperaba una multitud con sus móviles captando el momento y en la entrada a la plaza el gentío hervía de admiración ante el torero del parche en un ojo y la cara desfigurada por el pitón de un toro. Al terminar el paseillo tuvo que salir a los medios para recibir una ovación enorme. Es el tributo de la gente para este torero que ha tenido las agallas de volver a ponerse delante del toro.
Pero tal vez el mejor premio para Padilla es el de verse anunciado en los carteles de lujo para lidiar el toro de las figuras, es decir el medio toro, la borrega claudicante, el de pitoncitos insignificantes. Ese si que es un premio para un torero como Padilla que a lo largo de sus casi veinte años en los ruedos ha matado las corridas más duras en las tardes de mediopelo, acompañado de los legionarios de turno. Ahora se anuncia con las figuras millonarias y, como ayer en Valencia, saborea las mieles del toro que matan los de la clase alta.
Y lo bueno es que ante este tipo de toros puede desarrollar ese toreo que lleva dentro y que esconde en las tardes del salario del miedo. Siempre he sostenido que Padilla es un estrafalario con alma exquisita. Miren por ejemplo su faena al primer borreguillo. Una fena lenta, de muletazos solemnes por el pitón derecho y sin olvidar unas verónicas de gran cadencia y bella concepción. En el cuarto le vió la otra cara a este tipo de corridas, es de cir la del toro descastado y parado. Eso sí, que tampoco da miedo. Padilla se lo merece,qué caramba.
Manzanares hizo su toreo de inmensa estética, siempre colocado de medio cuerpo para ligar el muletazo, escondiendo la pierna contraria, pero que tanto encandila. Lo bordó por el pitón derecho y mató de una soberbia estocada en la suerte de recibir. Dos orejas y la puerta grande al final. En el quinto se estrelló ante un morucho insoportable.
Talavante recurrió a los pases cambiados y los recursos facilones y de relumbrón para cortar una oreja en cada toro ya que lo que su lote, impresentable por cierto, no se empleó, manseó y hasta sacó mal estilo, como el tercero por el pitón izquierdo. Ha sido una versión del Talavante de usar y tirar. Nada que ver con el de Madrid o Zaragoza.



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