Lanceó con soltura a la verónica, colocó banderillas a la perfección, arriesgó con la muleta y estuvo certero con la espada
Emotiva y clamorosa ha sido la tarde de la reaparición de Juan José Padilla tras su gravísima cornada en octubre en Zaragoza, cerrando la Feria Taurina de Olivenza con un rotundo éxito que se ha plasmado en dos orejas.
El torero jerezano ha salido a hombros del coso oliventino tras ser paseado en el ruedo entre docenas de fotógrafos y arropado por el público en una tarde en la que José María Manzanares también fue premiado con dos apéndices, aunque no salió a hombros para dejar la exclusiva del triunfo a Padilla.
Durante la lidia del primer toro José Padilla, padre del diestro Juan José Padilla, se desplomó al suelo del callejón afectado por una acusada bajada de tensión, por lo fue atendido en la enfermería sin más consecuencias.
Mucha expectación
Juan José Padilla, que reaparecía tras su grave cogida hace cinco meses en Zaragoza con su ojo izquierdo cubierto por un parche, originó una tremenda expectación tanto en el coso como en sus aledaños, donde desde hace varios días lucía el cartel de "no hay billetes".
El torero jerezano fue recibido con una estruendosa ovación que compartió con sus compañeros de terna tras verse rodeado por numerosísimos periodistas procedentes de distintos puntos del mundo y bajo un férreo control de la Guardia Civil, que, no obstante, no puedo evitar que el paseíllo se demorara por la aglomeración de fotógrafos.
Padilla lanceó con soltura el primer toro de la tarde sin que acusara la discapacidad visual. Prendió tres pares de banderillas rozando la perfección tras otra intensa ovación.
Tanteó a este primer toro, insistiendo para sacar muletazos de buen ver, arriesgándose en demasía y metiéndose entre los pitones. Mató bien y se le premió con la primera oreja de la tarde tras brindar la muerte del astado al doctor Val-carreres, cirujano jefe de Plaza de Zaragoza y que fue el primero que lo atendió tras la cornada, y al cirujano maxilofacial del Hospital Virgen del Rocío de Sevilla Alberto García, que le trató las secuelas en la cara.
A su segundo, Padilla lo recibió con dos espeluznantes cambiadas rodilla en tierra para seguir por chicuelinas ante el clamor de un público entregado. Ofreció las banderillas a sus compañeros de terna, compartiendo la suerte con ellos con un rotundo éxito.
Tras aplaudir Padilla a sus dos compañeros, culminó la suerte con un par que levantó al respetable de sus asientos. Brindó a su padre la faena y cuajó una de sus mejores y más emotiva tarde de toros enmarcado por un fandango del premio Lámpara Minera Miguel de Tena.
Durante la lidia del primer toro José Padilla, padre del diestro Juan José Padilla, se desplomó al suelo del callejón afectado por una acusada bajada de tensión, por lo fue atendido en la enfermería sin más consecuencias.
Mucha expectación
Juan José Padilla, que reaparecía tras su grave cogida hace cinco meses en Zaragoza con su ojo izquierdo cubierto por un parche, originó una tremenda expectación tanto en el coso como en sus aledaños, donde desde hace varios días lucía el cartel de "no hay billetes".
El torero jerezano fue recibido con una estruendosa ovación que compartió con sus compañeros de terna tras verse rodeado por numerosísimos periodistas procedentes de distintos puntos del mundo y bajo un férreo control de la Guardia Civil, que, no obstante, no puedo evitar que el paseíllo se demorara por la aglomeración de fotógrafos.
Padilla lanceó con soltura el primer toro de la tarde sin que acusara la discapacidad visual. Prendió tres pares de banderillas rozando la perfección tras otra intensa ovación.
Tanteó a este primer toro, insistiendo para sacar muletazos de buen ver, arriesgándose en demasía y metiéndose entre los pitones. Mató bien y se le premió con la primera oreja de la tarde tras brindar la muerte del astado al doctor Val-carreres, cirujano jefe de Plaza de Zaragoza y que fue el primero que lo atendió tras la cornada, y al cirujano maxilofacial del Hospital Virgen del Rocío de Sevilla Alberto García, que le trató las secuelas en la cara.
A su segundo, Padilla lo recibió con dos espeluznantes cambiadas rodilla en tierra para seguir por chicuelinas ante el clamor de un público entregado. Ofreció las banderillas a sus compañeros de terna, compartiendo la suerte con ellos con un rotundo éxito.
Tras aplaudir Padilla a sus dos compañeros, culminó la suerte con un par que levantó al respetable de sus asientos. Brindó a su padre la faena y cuajó una de sus mejores y más emotiva tarde de toros enmarcado por un fandango del premio Lámpara Minera Miguel de Tena.
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