Lo cierto es que la corrida de Cuvillo, correosa y que se movió de lo lindo, puso en evidencia a los tres de ayer. Ojo, que sin embargo hubo puerta grande. Aunque no lo crean. Puerta para Roca Rey que entre pases cambiados, con los que asusta al personal, y un bajonazo de libro cortó dos orejas. ¡Dos orejas!. Ni en una plaza de talanqueras. El descarado toro de Cuvillo merecía más que los muletazos ramplones. En el sexto el chico peruano dio un mitin entre enganchones. En este toro, que lo trajo de cabeza, habríamos querido ver la arrucina de marras.
Para seguir con el carnaval orejero hubo premio para Castella en el cuarto en el que tiró líneas, sin cruzarse nunca y mató mal. Pues oreja al canto. Y Perera, que sufrió una voltereta en su primero, aparte de los tres derechazos reseñados, anduvo a la deriva, descruzado y ventajista. Ni más, ni menos.
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