Los llamados medios de comunicación -¿o manipulación?- de “masas” casi ignoran La Tauromaquia.
Están en deuda con la parte artística, y predomina la exhibición o atención a las partes banales de toreros mediocres –los bobos los llaman mediáticos-, o a la parte morbosa en las cogidas de los toreros que más suenan.
Y existen informadores taurinos propiamente dichos que hacen su actividad de cara “al público en general” a través de sus amistades o intereses con los profesionales.
Están en deuda con los aficionados fieles y clásicos; las “élites” taurinas los menos precian, y no se dan o no quieren darse cuenta que lo que gusta a los aficionados cabales gusta a todos, y lo que gusta al “público en general” suele ser volátil y de menor importancia, proyección o mérito.
Parece que quieran implantar el toreo de usar y tirar, el toreo de consumo, el destoreo. Eso es panecillo para hoy y hambre para mañana.
Los ganaderos tienen que recuperar su trascendencia y criterio. No sabemos si están agradecidos a las figuras. Sabemos que están en deuda con la bravura, movilidad, sentido y equilibrio que necesitan los toros para que haya equidad y emoción en los alberos.
Las élites –también las “elitillas” taurinas- y sobre todas, las élites económicas y políticas son tan caprichosas y egoístas como peligrosas e insaciables.
Salvo excepciones… se dedican a endeudar a los demás.
La globalización del capitalismo especulador no cuenta con los toros, hay poco dinero para llevarse.
Estamos en plena era de confusión, hipocresía y decadencia en general y de La Tauromaquia en particular. Época o era, que hay que superar y borrar o la ruina en datos, dineros y deudas no tiene fin.
Es la acción, el ejemplo, la razón y la firmeza de la “aristocracia” sencilla y elegante de los pueblos preparados la que tiene o tendrá la última palabra y credibilidad para pronosticar el futuro en las plazas de toros y en la vida misma.
Todo lo demás es más de lo mismo o peor.
Por Ángel Arranz.Recortes y Galleos
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