La situación no era fácil, esto es lo cierto.
El veto cejijunto de las cinco figuras a las declaraciones tabernarias de Canorea había planteado una crisis como la de los misiles del 62.
Una vez que no había vuelta de hoja, el panorama se presentaba como una relativa oportunidad para que los gestores del destino de la Maestranza devolvieran la moneda y demostraran algo de talento y que en el fondo, muy en el fondo, sí les importa el toreo y el mañana de la Tauromaquia.
Eduardo Canorea y Ramón Valencia se han caído con todo el equipo. No se puede gestionar peor una crisis. Los carteles no es que sean malos, es que son tétricos.
Y para rizar el rizo de no hacer ni el mínimo esfuerzo el cachondeo del descuento del 15,52% que hacen para los abonados, "más el hecho el 5% que supone no tener que pagar en las novilladas sin picadores".
Las entradas sueltas se mantienen en los mismos precios, que en la Maestranza siguen siendo los más caros de España. Y hablan de futuro, con un par.
No es que a estas alturas nombres como los de Juan Mora, Finito de Córdoba, Julio Aparicio o Curro Díaz o el aún joven Oliva Soto hubieran sido la salvación, pero sus nombres y sus lejanas y toreras historias caen bien en una plaza de tanta sensibilidad, una palabra que si Canorea y Valencia tratan de pronunciarla, se ahogan como si tuvieran un polvorón en la boca No se puede gestionar peor una crisis. Los carteles no es que sean malos , es que son tétricos..
Blog “La hora de la verdad” de Zabala de la Serna
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