¿ Qué pasaría se las lidias se hiciesen como Dios manda, si a los Toros se les enseñara a embestir de salida, los llevaran largos y por abajo, si estuviera claro que no todas las faenas han de ser iguales, en planteamiento y en durabilidad?.
¿Qué nos encontraríamos si se educara al público para que estuviera claro el comportamiento de cada uno de los encastes y se juzgaran a los Toros en función de su procedencia, tanto morfológicamente, como en sus reacciones durante la lidia?.
¿Qué sería de la Fiesta si la labor de la prensa fuera didáctica y se encargaran de enseñar toda la riqueza de la tauromaquia y contaran de veras lo que acontece en los ruedos?.
Solo se me ocurre una respuesta a estas preguntas, quizá llegaría la tan ansiada regeneración de la Fiesta y no habría de pasar por la comparecencia en las Ferias si o si de las figuras del momento llevándose sus Toros debajo del brazo para la masiva afluencia de público festivalero y complaciente
Ayer quedó claro en Castellón el momento crítico que atraviesa la Fiesta.
Se lidió una novillada con el hierro de Tomás Prieto de la Cal, utreros veragüeños de correcta presentación y de juego variado e interesante, muy acorde a su procedencia vazqueña, pero, en general, ni novilleros ni cuadrillas supieron darle las lidias adecuadas, ni la gran parte del público, seguidores acérrimos de determinados coletudos, valoraron en su justa medida el comportamiento de la novillada, ni, lo más grave, la prensa ha contado la verdad de lo sucedido en Castellón, o no ha sabido ver el encastado juego de los utreros y, claro, así nos va.
La novillada como digo tuvo un comportamiento variado y el denominador común fue la Casta y sobre todo, un comportamiento muy acorde a su procedencia vazqueña. Hubo un primer novillo muy encastado que, si bien manseó de salida, empujó en el peto y fue pronto y claro en la muleta por ambos pitones.
El segundo, quizá fue el garbanzo negro de la novillada, un berrendo en negro que cumplió en el peto, pero que fue a menos en la muleta y acabó defendiéndose.
El tercero fue un novillo para soñar el toreo por el lado izquierdo, embistió con calidad y nobleza por ese pitón, tuvo un comportamiento de bravo, empujando con celo en el peto y mostrándose muy noble en la muleta.
El cuarto fue un utrero al que se le dio una lidia infame y, con todo, quedó con franca embestida en la muleta.
El novillo quinto fue otro novillo de encastado juego, al que también se lidió horrorosamente, quedó complicado en la muleta acusando la mala lidia anterior.
El sexto fue uno de los más interesantes de la novillada, no dejó de arrear hasta que murió y dejó en evidencia a los banderilleros que ni supieron lidiarlo ni mucho menos banderillearlo, por momentos cundió el pánico en el albero.
En cuanto a los novilleros hay que decir que tanto Vicente Soler, como Jorge Expósitonaufragaron ante el encastado juego de la novillada y destacar las buenas maneras y el buen gusto del debutante Varea que por momentos instrumentó naturales de ensueño al bravo tercero.
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