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domingo, 26 de junio de 2016

Lección magistral de José Tomás en Alicante

 Lo de José Tomás con ese quinto toro en Alicante en la fiesta de San Juan, como antes había ocurrido con la tarde de Jerez por el mes de mayo, mantiene al torero de Galapagar en su propia Galaxia, en ese mundo diferente que le va llevando por caminos que parecen insuperables.
 La nueva cita de tomasista en Huelva se hace imprescindible en esta temporada tan especial.
En el fondo, lo de menos son las tres orejas. Y casi podría decirse otro tanto --siempre en un sentido estrictamente taurino-- sobre el impacto económico en la sociedad alicantina que ha tenido desde su anuncio a este torero en los carteles. 
Todo eso es importante, muy importante, pero queda en un segundo plano cuando se reviven en la memoria unas series sobre la mano izquierda de José Tomás en este día de San Juan en Alicante. 
Pura esencia del toreo eterno, que es lo que justifica la pervivencia de la Tauromaquia a lo largo de los tiempos.

Desde cómo colocaba los trastos para citar al toro, como lo traía toreado desde lejos, hasta el remate muy detrás de la cadera. Y todo con una cadencia, un temple, un regusto, que los hacen inolvidable. 
Este cuvillo que hizo 5º tenía clase y tenía buen fondo, desde luego. Pero no se dice ninguna barbaridad si a continuación se afirma que todo ello lo sacó a pasear en mayor medida gracias a las muñecas de José Tomás, que lo supo ver desde los primeros lances al delantal con que los recibió y lo supo torear desde la despaciosidad, desde un temple superlativo, desde la propia elegancia.
Toda la actuación del torero de Galapagar fue una pura sinfonía.
 Dejó al toro muy crudo ante el caballo, para luego poder imponer su mando. Y sobre esa base cuajó una de sus faenas grandes, que prendió en el público desde el primer momento.
 Como siempre ocurre cuando algo huele a verdad. Y de rigurosa verdad fue  su toreo fundamental sobre ambas manos, como verdadero fue el remate de la faena con unos pases por alto, sin la muleta montada, que fueron la auténtica antítesis de esos habituales telonazos que tanto se ven: traía al cuvillo prendido en las bambas de la muleta y lo llevaba templadamente hasta el remate, sin un tirón, sin una violencia, sencillamente muy bien toreado.
Ya había dejado notas muy estimables con el 2º, al que consiguió retener en los medios, pese a los intentos continuados por irse hacia los tableros.
 Una faena reunida, con momento profundos, junto a otros más livianos. Pero ya con el 5º despejó todas las dudas, si es que aún se tenían. 
Fue el José Tomás que explica el peregrinar de tantos aficionados detrás de este torero. Una tarde magnífica.

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