Como cierre de la temporada de 1.956, en la tarde del 21 de
octubre, se organizó un festival taurino en la plaza de toros de Huelva con la
participación de Miguel Báez “Litri” y del nuevo matador de toros Antonio
Borrero “Chamaco”.
La Hermandad de La Borriquita y el Recreativo de Huelva
fueron los destinatarios de los beneficios de este festejo y para la entidad
deportiva fueron a parar nada menos que 58.000 pesetas de la época, una
cantidad que sirvió para solventar algunos problemas del club.
Lleno absoluto en los tendidos del coso onubense, donde se
constituyó una presidencia integrada por jóvenes que lucieron su belleza
ataviadas con la mantilla y la peina.
En los chiqueros, novillos de el Marqués de Villagodio
cuando Mariano Rovira, Julio Aparicio, Miguel Báez “Litri”, Antonio Ordóñez,
Juan Tirado y “Quitín” hicieron el paseíllo entre los aplausos del respetable.
El veterano Mariano Rovira escuchó palmas al acabar con su
novillo en el que destacó en una serie de cuatro buenos naturales. Por su
parte, Julio Aparicio se lució en unas verónicas apretadas y, con la muleta,
realizó un trasteo con pases por alto, derechazos perfectos y naturales para
mostrar su maestría y personalidad. No estuvo afortunado con los aceros y paseó
el anillo.
Muy ovacionado al toreo de capa fue “Litri” y,
especialmente, en el quite por chicuelinas. Después, con la muleta, el choquero
realizó una faena artística, valerosa, de torero carísimo, templando y mandando
con exquisita suavidad entre el delirio de los tendidos. Fue un trabajo
perfecto valeroso e inimitable que estuvo acompañado por la música y el aplauso
de los espectadores, por lo que al rematar de una gran estocada fue galardonado
con las orejas, el rabo y la pata dando una triunfal vuelta al ruedo.
Antonio Ordóñez llevó a cabo una faena artística de sabor
rondeño, destacando los redondos de preciosa ejecución para concluir de
estocada entera que le sirvió para conquistar las dos orejas y rabo. Juan
Tirado recibió a su oponente con verónicas ceñidas y la faena de muleta fue
vistosísima con pases de todas las marcas para dejar una estocada en buen sitio
y conquistar las orejas, el rabo y la pata y los aplausos de los espectadores.
Cerró el cartel el novillero onubense “Quitín” que puso toda
su voluntad y pudo salir muy airoso del trance. Se le aplaudió al lancear y en
quites, y, con la muleta, aguantó la arrancada del novillo, logrando sacar
algunos pases con suavidad y temple que se jalearon. Mató de dos pinchazos,
media estocada y un descabello, concediéndosele una oreja que paseó por el
ruedo.
El público salió muy satisfecho de cuanto había tenido
oportunidad de contemplar y de la colaboración que habían tenido con dos
entidades onubenses necesitadas de ayuda económica.
VICENTE PARRA ROLDÁN
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