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jueves, 3 de mayo de 2018

Bajo el signo de la épica

Una corrida de Joselito, muy cuajada aunque desigual, trajo al ruedo venteño los aires épicos, muy en consonancia con los hechos que se conmemoraban. Y fruto de ello, Javier Cortés y Gonzalo Caballero acabaron en la Enfermería con sendas cornadas; pero ambos no se dejaron intervenir hasta haber lidiado y matado a sus enemigos. Iván Vicente, con el lote más bonancible, dejó el sello de su buen sentido del toreo; le escatimaron un premio mayor con el que abrió la tarde.
MADRID.- Corrida goyesca en el Día de la Comunidad.
Algo menos de media entrada: 10.871 espectadores (46,1%). Toros de José M. Arroyo (1º y 4º con el hierro de El Tajo; los restante, de La Reina), bien pero desigualmente  presentados, ofensivos y astifinos por delante, de juego muy dispar; el mejor, el 1º.  Iván Vicente (de azulete con pasamanería negra), vuelta al ruedo y ovación tras aviso. Javier Cortés (de grana y pasamanería negra), silencio y una oreja; resulto herido. Gonzalo Caballero (de gris perla con pasamanería negra), silencio tras un aviso y gran ovación; resultó herido.


Parte facultativo de JAVIER CORTES: "Herida por asta de toro en 1/3 medio cara posterior muslo izquierdo, con una trayectoria ascendente de 20 cm., que produce destrozos en músculos isquiotibiales, contusiona nervio ciático y alcanza el fémur. Es intervenido quirúrgicamente en la enfermería de la plaza de toros. Se le traslada al Hospital San Francisco de Asís con cargo a la Fraternidad. Pronóstico: Grave. Firmado: Dr. García Leirado”.


Parte facultativo de GONZALO CABALLERO: “Herida por asta de toro en tercio superior cara lateral de muslo izquierdo con una trayectoria hacia dentro de 5 centímetros que produce desgarro de la fascia lata y músculo vasto interino. Contusión cervical pendiente de estudio radiológico. Es intervenido quirúrgicamente en la enfermería de la Plaza y se traslada al Hospital San Francisco de Asís con cargo a la Fraternidad. Pronóstico: Menos grave. Firmado: Dr. García Leirado”.

Una corrida con sus ribetes épicos, muy en consonancia con el espíritu del 2 de mayo, en la que dos toros de Joselito mandaron a sendos toreros a las manos del equipo médico de Las Ventas. Pero el conjunto de la tarde tuvo muchos altos y bajos, de la mano den la condición de los astados.

Nada que reprochar a la presentación de los seis bien armados ejemplares, salvo que 4º, 5º y 6º andaban muy pasados de báscula. Con diferencia, el de más clase resultó el que abría la tarde. En los restantes hubo de todo, ante el caballo y en la lidia a pie: sin hacer cosas feas, muy pronto se apagó el 2º; agarrado al piso el cinqueño que hizo 3º; claudicante el 4º, cuyas deslucidas acometidas no dejaba ver su fondo de clase; interesante aunque no fácil el muy veleto que salió en 5º lugar; con  más nobleza que recorrido, también el 6º duró poco.

En la frialdad clásica del toro que abre la tarde, no se alcanzó a valorar en toda su dimensión la actuación de Iván Vicente, que supo exprimir las buenas condiciones del ejemplar de El Tajo. Después de unos lances con suavidad, toda su faena de muleta tuvo el marchamo de la torería, especialmente sobre la mano derecha. Con mucho gusto y no menos templanza. Lo mató por arriba y por derecho. Pero en el Placo entraron las dudas de su los pañuelos al aires eran la mitad+1. Merecía el trofeo.  No pudo completar su tarde con el 4º, iba distraído y sin ritmo a los engaños. Dejó brochazos sueltos, pero no era posible una obra hilvanada.


Sorprendió para bien la madurez que le han dado a Javier Cortés las oportunidades que le brindó la afición francesa. Maneja con soltura el capote, buscando siempre el temple y la reunión. Y con la muleta se le ve ya cuajado. Se comprobó con el apagado toro de su primer turno y se explayó con mayor abundancia con el 5º, incluso después de la cornada, que le sobrevino al intentar un pase de pecho. Su afán de llevar a los toros largos y con mano firme resulta encomiable. A ambos los mató por arriba. Si se recupera bien, en San Isidro puede ser una grata sorpresa.

También el madrileño Gonzalo Caballero ha dado pasos apreciables. Ha serenado mucho su toreo y ha ganado seguridad en el manejo de los trebejos taurinos. Ya no anda a merced de los toros, aunque mantenga siempre los pies muy asentados en la arena. Su cruz sigue siendo el manejo de los aceros. Poco en claro pudo sacar con el distraído que le correspondió en su primer turno.  En cambio, ofreció series de mérito con el que cerró la función. Le había revolcado éste de forma espectacular manejando el capote, tanto que de inmediato se le condujo camino de la asistencia médica; pero cuando se repuso de la conmoción, con una cornada en el muslo izquierdo volvió al ruedo aunque mermado. El púbico conectó pronto con su faena, necesariamente breve por la condición del toro, y si no llega a volver a marrar con los aceros, se le habría pedido una oreja.

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