Oficialmente conocida como la Plaza Real en San Carlos , este punto turístico conocido a ser el principal centro de atracción de la ciudad coloniense de Sacramento, a la cual venía mucha gente de Buenos Aires y Montevideo, en sus tiempos de gloria. Por esta razón la continuación haremos un breve repaso de la historia de la plaza de toros , de manera que al visitar Colonia sabe lo que le pasó a este tipo de monumento que se encuentra ahora en proyecto de restauración.
La idea de la construcción de la plaza fue de inversores argentinos que se encontraban radicados en Buenos Aires, que ante la postura contraria del gobierno de su país a la práctica de estas actividades pusieron la mira en Colonia. Para eso primero negociaron con empresarios uruguayos, sobre todo de Montevideo, hecho que determinó que finalmente en 1908 comenzaran las obras.
La plaza se construyó con una arquitectura mudéjar (de origen musulmán), teniendo una arena en forma circular que al día de hoy se encuentra cubierta de pasto. La misma esta rodeada por una tribuna de cemento que le da al estadio taurino una forma cilíndrica.
La inauguración fue el 9 de enero de 1910, en el marco de una gala que nada tenía que envidiar a las mejores carreras de España. Allí ante 10.000 espectadores que llegaron de todas partes, principalmente de Montevideo y Buenos Aires, se realizó el primero de 8 espectáculos, ya que esta actividad en Uruguay tuvo poca duración.Remontándose al año 1908, cuando comenzaba a alzarse la majestuosa Plaza de Toros, viejas crónicas nos permiten reconstruir su cálida e intimista historia y el paso de los gallardos toreros: Ricardo Torres (Bombita), su hermano Miguel Torres (Bombita Chico) y el Rejoneador Mogador de Cobas, todos de origen español, que asombraron al público con sus galas y sus pases en este nuevo espectáculo para el público uruguayo.La Plaza era capaz entonces de albergar casi al equivalente de toda la población de la ciudad de Colonia.
Los toros fueron traídos de España. Vale la pena resaltar que este hecho fue presenciado también por público argentino, el que quedó totalmente exaltado por el esplendor del espectáculo. La fiesta taurina se realizó por segunda vez, un mes después, resultando ser uno de los acontecimientos de excepcional resonancia.
La arena de la plaza tiene un diámetro de cincuenta metros, rodeado de dos series de gradas y una fila de palcos, capacidad para ocho mil espectadores y una galería de diecinueve metros de ancho; en ella se encontraban la Capilla de la Virgen del Carmen, las salas de juego y el restaurante. Todo esto descansa sobre una gran armazón de hierro, traído de Inglaterra, de características similares a las estaciones ferroviarias inglesas.
El hormigón utilizado fue fabricado con material de la zona. La entrada principal, conduce directo por la escalera al Palco Oficial y debajo de este se ubicaba la Banda.
La entrada opuesta era el acceso de los toros.Cada fin de semana la fiesta taurina atraía a unos 8.000 porteños y montevideanos que bajaban del barco a apenas 5 cuadras de la plaza. La última corrida se realizó en febrero de 1912, cuando por decreto del gobierno de José Batlle y Ordóñez se prohibió definitivamente este sangriento espectáculo. En 1918 la prohibición de espectáculos taurinos fue subrayada por una nueva ley, la 5657 que por primera vez prohibió todos los espectáculos que implicarán crueldad hacia los animales.
En 1935 dicha resolución legislativa dio un vuelco, aprobándose una nueva ley que permitiría las corridas de toros pero esta vez solamente en el departamento de Colonia. El 9 de Julio de 1935 se realizó la celebración de una corrida sin picadores y con toros embolados, la actividad no prosperó. En la actualidad la plaza se mantiene en pie, pero en deficiente estado de conservación.
En los pocos años que se realizaron los espectáculos los mismos atraía a las familias más ricas, tanto de Uruguay y de Argentina. Los turistas llegaban de buques de vapor con destino final al muelle Real San Carlos, que se encuentra a pocas cuadras de la plaza. Cuando bajaban del barco subían a carretas o carros que los llevaban hasta la entrada de la plaza o las casas de apuestas de la zona.
Sin embargo, como hablábamos anteriormente la alegría permaneció por poco tiempo para los amantes de las carreras, ya que dos años después de la inauguración, una ley establecida por el gobierno uruguayo prohibió este tipo de espectáculos en todo el país.
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