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sábado, 12 de mayo de 2018

La VERDAD de FORTES

 El “robo” del palco
Fortes puso la nota alta de la tarde, aunque la Presidencia luego no quisiera reconocerlo, convirtiéndose en indebido protagonista. Le denegó una oreja tras petición mayoritaria después de una faena de gran dimensión.
 El malagueño dio dos vueltas al ruedo entre la ovación del respetable.  
Con el 6º estuvo hecho un "tío", en firmeza, pero también en temple y llevar al toro por donde les costaba ir. Una actuación muy meritoria, con torazo de más de 600 kilos y dos "velas". La corrida de Pedraza de Yeltes, admirable de presentación y estampa, luego se vino abajo por su falta de fijeza y de casta. Con ella cumplió muy dignamente Manuel Escribano en su segundo turno, en tanto Daniel Luque, sin posibilidad de triunfo, al menos dejó constancia que anda por el buen camino.
MADRID. Cuarta del abono de San Isidro.
 Dos tercios de plaza: 15.889 espectadores (67,2% del aforo).
 Toros de Pedraza de Yeltes, de gran presencia y volumen, noble pero de muy poco juego.
 Manuel Escribano (de tabaco y oro), silencio y silencio.
 Daniel Luque (de rosa y oro), silencio tras un aviso y silencio.
 Fortes (de celeste y oro), silencio y dos vueltas al ruedo tras fuerte petición, con sonora bronca a la Presidencia.

Hasta que no se arrastra el último de la tarde, todo es posible. Y este viernes lo fue. Con un toro muy hecho, que en buena medida respondía al mismo y limitado patrón de sus hermanos, Fortes impuso su ley;  si el triunfo no se vino arriba no se debe a otra cosa que a la cerrazón del Presidente al no atender una petición que era claramente mayoritaria. Si este es el nivel que se han marcado los Presidente para 2018, pocas orejas se van a cortar en este abono. Pero la experiencia dice que eso no ocurrirá; lo de hoy es el pago a la novatada del debut en el Palco. Lo que ocurre es que la novatada ha ido en perjuicio indebido al torero. 

Fortes, por alto, con la cara ensangrentada tras la cogidaLa corrida de Pedraza no es que fueran seis dijes, que en tan poco espacio no cabían, pero de una muy bella estampa. Todos colorados,  altos, largos y bien comidos. Ninguno reunía los elementos para afirmar que estaba regordíos. Pero todos al menos una vez claudicaron de manos y todos a su vez carecían de ese mínimo de fijeza y de celo que se requiere para hacer el toreo: siempre saliendo sueltos y distraídos, como si aquello no fuera con ellos. Y para desentonar unos con otros, todos se venían a menos en cuanto el torero les podía por abajo. Ante el caballo el sexteto no resultó nada lucido: la mayoría acometió a los montados con una especie de quiebro como buscando los cuartos traseros y ninguno se creció precisamente al sentir el castigo. 

Lo desesperante es que luego en sus informales acometidas resulta que apuntaban a la nobleza. Baldía nobleza cuando no sirve para mejorar la realidad. Pero en la lidia los de Pedraza también tenían su guasa. Con decir que a José A. Carretero, siendo tan buen capotero y tan buen banderillero, sus dos enemigos le buscaron las vueltas, está dicho todo.

Como quedó ya anotado el momento culminante lo puso Fortes, el nuevo Fortes habría que decir, porque este torero ha mejorado una barbaridad. En seguridad, en templanza, hasta en estético; lo único que se mantiene intacto es el valor del primer día, gracias al cual ha llegado hasta su sitio de hoy. Ya había hecho un quite muy ajustado al toro 2º. Con el que se lidió como 3º buscó acoplarse sobre ambas manos, en una porfía serena aunque sin mayores resultados, para luego dejar una entera rinconera. 

Supo entender las opciones que le ofrecía el que cerraba la tarde. No es que el de Pedraza estuviera en las antípocas de sus hermanos, pero al menos iba con algo más de fijeza y sobre todo llegaba algo a los aficionados. Supo aprovechar ese rayito de luz toreando con temple y reunido, haciendo caso omiso a las miradas que le dedicaba su enemigo. Pero digámoslo todo. Como este torero se queda tan quieto, en una de esas surgió un voleretón espectacular, que tuvo dos virtudes: que al torero no le ocurriera nada y que al fin despertaran los tendidos del muermo en el que les había hundido el desarrollo de la tarde. Crecido el malagueño, que volvió a la cara del toro sin mirarse, construyó la parte emotiva de la faena antes de irse muy derecho detrás de la espada,  para dejarla toda arriba y en buen sitio. A partir de ahí, de lo demás quiso hacerse protagonista el Sr. Presidente, como quedó contado. Sus 10 minutos de gloria, los que duró la bronca antes y después de las dos vueltas al ruedo del torero.

Así como con el que abría la tarde Manuel Escribano desistió demasiado pronto, que hasta con las banderillas se mostró vulgar, en su segundo turno desplegó todo su repertorio, desde la puerta de toriles hasta el quiebro metido en las tablas. Más ajustado con la muleta, la faena quedó a medias porque en cuanto trataba de obligarle por abajo el de Pedraza se iba viniendo a menos.

Pese al material que le correspondió, Daniel Luque ha vuelto a confirmar que anda por buen camino. Tuvo el mérito de realizar toda su labor en su primer turno en los medios, peleando contra las rachas de viento y los deseos del toro de irse para las tablas. Buscando darle la distancia precisa, dejó que el toro se fuera desenvolviendo más a su gusto, pero en cuanto trató de apretarle, adiós muy buenas. Otro esfuerzo hizo con el 5º, distraidísimo, pero de aquel pozo no había agua que sacar.

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