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jueves, 22 de octubre de 2015

Año 15 D.C (después de CURRO)


Festival benéfico de ANDEX
                                       PLAZA DE TOROS DE LA ALGABA                                                  22 de octubre del 2000

Tras participar en el festival benéfico de ANDEX en La Algaba, el Faraón de Camas ha decidido retirarse. Esta decisión pone fin a una trayectoria de cuarenta y dos temporadas en activo. Esta decisión ha causado una honda conmoción en el mundo taurino. 
FICHA TÉCNICA
Ganadería: Novillos de Zalduendo despuntados para festival, sosos, mansos y descastados; 1º y 6º, nobles.
Diestros: 
  • Curro Romero: estocada baja y descabello (dos orejas); metisaca, media ladeada, estocada baja y cinco descabellos (silencio); media delantera y cuatro descabellos (silencio). 
  • Morante: dos pinchazos y casi entera (oreja); tres pinchazos y estocada (ovación); estocada trasera tendida (dos orejas y rabo).
Entrada: hasta la bandera. 

El País. ANTONIO LORCA/JV. Curro Romero anuncia su retiradaEl diestro Curro Romero anunció anoche por sorpresa su retirada definitiva de los ruedos, en el transcurso de una entrevista concedida al programa taurino Clarín de RNE. El veterano torero, visiblemente emocionado y con la voz entrecortada, comentó: "He estado pensando que ya no toreo más de forma oficial y que sólo actuaré a partir de ahora en algunos festivales". Curro Romero, nacido en Camas (Sevilla) el 1 de diciembre de 1933, debutó de novillero el año 1954 y tomó la alternativa en Valencia el 18 de marzo de 1959, de manos de Gregorio Sánchez.


La noticia ha producido gran sorpresa en el mundillo taurino pero también en todos los ambientes ciudadanos, pues Curro Romero actuó ayer por la mañana en el festival celebrado en La Algaba (Sevilla) a beneficio de Andex y nada hacía presagiar su inminente retirada. Al parecer, nadie del entorno íntimo del torero conocía su decisión aunque algunos amigos aseguraban anoche a este periódico que no les sorprendía, por los comentarios que había hecho el torero durante los últimos días.
Finalizado el festejo de La Algaba, Romero se trasladó a una finca sevillana con su mujer, Carmen Tello, y un grupo de amigos llegados de Madrid. A media tarde, Carmen Tello viajó hacia Sevilla para asistir a misa con sus hijos.
A última hora de la noche Carmen Tello manifestaba a EL PAÍS que precisamente acababa de conocer la noticia "por boca de un amigo de San Sebastián", dijo, "que la ha oído en la radio, y me he quedado helada". "Curro no se lo había dicho a nadie", afirma Tello, "ni siquiera a mí, que a estas horas [once de la noche] aún no lo he localizado, y me voy a buscarlo para darle un abrazo".
Carmen Tello aseguró a este periódico que se alegra mucho por él y añadió: "Cuando he conocido la noticia me he echado a llorar como una tonta". Respecto a la discreción de Curro Romero, su mujer afirma que es muy reservado y que la retirada no la había comentado con nadie "para que ni yo misma tratara de hacerle cambiar de opinión".
Sobre las causas de la retirada, Carmen Tello dice desconocerlas. Aunque asegura que "Curro estaba muy machacado con todo lo que se ha dicho con motivo de su "caída del cartel" de la feria sevillana de San Miguel, el pasado mes de septiembre, por sus problemas de lumbalgia". "Se llegó a comentar que quería lavar su imagen con el festival de Andex, y eso ha sido muy fuerte para él".
La última corrida como profesional en activo que toreó Curro Romero fue en Murcia el pasado 10 de septiembre.
Medio siglo de toreo
Cerca de medio siglo -46 años, desde que vistiera por primera vez el traje de luces en la placita sevillana de La Pañoleta- ha permanecido en el toreo activo Curro Romero.
El 18 de julio de 1958 debutó en Las Ventas, y Gregorio Sánchez le dio la alternativa en Valencia el 18 de marzo de 1959 con un toro del Conde de la Corte, en presencia de Jaime Ostos. La confirmación (como es preceptivo, en Madrid), fue el 19 de mayo del mismo año, alternando con Pepe Luis y Manolo Vázquez.
A partir de ahí Curro Romero tomó la fama merecida de torero eminentemente artista y de regularidad contradictoria que le ha acompañado hasta su retirada. Alcanzó grandes triunfos junto a sonoros fracasos, que nunca desmintieron su calidad excepcional, y sufrió muchas y muy serias cornadas precisamente consecuencia de su forma de torear en pura ortodoxia. La primera de ellas ocurrió el año 1961 en Algeciras (Cádiz), donde un toro de Carlos Núñez le produjo una herida en la ingle. Al año siguiente tuvo otra cornada de mayor envergadura en La Línea de la Concepción y, apenas repuesto de ella, sufrió otra en Zafra (Badajoz). Otros diversos percances hubo de padecer a lo largo de su carrera.
El 19 de mayo de 1967, actuando como único espada, salió por primera vez a hombros por la Puerta del Príncipe en la Maestranza de Sevilla. Tiempo adelante lo repetiría otras cuatro veces. Por la puerta grande de Las Ventas, ha salido a hombros en siete ocasiones. También, paradógicamente, es la plaza en la que ha oído las más airadas protestas. Tuvo especial relevancia, en este sentido, el incidente que ocurrió el año 1994 cuando le echaron un toro al corral y un espectador bajó al ruedo a agredirle. Curro Romero fue conducido a una comisaría de policía a prestar declaración.
El 25 de mayo de 1967 se negó a matar un toro en Madrid -adujo, al efecto, que estaba insuficientemente picado- por lo que oyó los tres avisos y, detenido, pasó la noche en la Dirección General de seguridad. Al día siguiente volvió a torear en Las Ventas y obtuvo gran éxito.
Desde entonces hasta la fecha Curro Romero ha sido centro de interminables polémicas por sus inhibiciones y por su arte inigualable, que alcanzaba la genialidad.

El MundoCARLOS CRIVELL/L.CAJITAN.  Curro Romero anuncia su retirada a los 66 años
El matador de toros Curro Romero anunció ayer su retirada de los ruedos a los 66 años, después de 42 años de alternativa. El sorprendente anuncio lo hizo el Faraón en el curso de una entrevista concedida al programa Clarín, de Radio Nacional de España.
El diestro manifestó que, después de meditar tranquilamente algunas cosas que han pasado, «he decidido no volver a torear nunca más de forma oficial. Es posible que actúe en algún festival, pero no lo haré nunca más vestido de luces».
Romero actuó la mañana de ayer en un festival taurino celebrado en la plaza de toros de la localidad sevillana de La Algaba, a beneficio de la Asociación Andex. El festival se celebró en este coso por la negativa de la empresa Pagés a que se celebrara en la Maestranza, después de que tanto Curro Romero como Morante de la Puebla, integrantes del cartel del festival, se cayeran de los carteles de la Feria de San Miguel.
En el anuncio de su retirada de los ruedos, Curro, muy emocionado, argumentó que en el festival había visto cómo un novillo le daba una voltereta a Morante, «lo que me ha hecho recapacitar, porque eso mismo me puede pasar a mí. Si Morante se hubiera lesionado, me tendría que haber quedado a matar los seis novillos, algo que a mi edad es muy difícil».
De Murcia a La Algaba
La noticia, que cogió por sorpresa a todo el mundo del toreo ha provocado numerosas reacciones. Entre ellas, Eduardo Canorea, actual gerente de la empresa Pagés, afirmó que «una noticia así conmueve profundamente».
Romero pone fin de esta forma inesperada a una larga trayectoria en el mundo de los toros. A una estela de tauromaquia teñida de esencias propias e intrasferibles. Nacido en la localidad sevillana de Camas el día 1 de diciembre de 1933, Francisco Romero López, Curro Romero, tomó la alternativa en la plaza de toros de Valencia el 16 de marzo de 1959. Lleva, por tanto, 42 años como matador de toros y siempre ha estado en activo.
En la actual temporada ha participado en un total de 17 corridas de toros. La última de ellas, celebrada el 10 de septiembre en la plaza de Murcia. Esa tarde, Curro estuvo acompañado por Pepín Jiménez y Julián López El Juli, para lidiar reses de Luis Algarra. Vistió en esa cita un terno verde y oro y su balance fue de saludos y pitos.
La vida taurina de Curro Romero ha estado íntimamente ligada a la de Diodoro Canorea, empresario de Sevilla que falleció en enero del presente año. Canorea contrató al diestro para que actuara en la Maestranza en la primera feria que organizó en solitario en 1959, y lo contrató de forma ininterrumpida hasta la pasada feria, ya que estos carteles los había cerrado antes de su fallecimiento.
Adiós inesperado
Canorea siempre decía que estaría en activo como empresario el mismo tiempo que estuviera Curro en activo, lo mismo que el Faraón decía que su retirada iría emparejada a la de Diodoro.
Aún así, el matador nunca quiso desvelar cómo sería su adiós a los toros. Siempre que se le preguntaba sobre la fecha de su retirada, Romero decía lo mismo: «Será en silencio. Llegará un buen día en el que ponga fin a esta trayectoria, que está cerca porque mis facultades ya no son las mismas, pero será de forma pausada y sin armar ruido».
No ha sido en silencio, sino que lo ha dicho en una entrevista, de forma inesperada, cuando nadie podía esperar una decisión tan drástica en estos momentos. No sólo deja los ruedos, el de Camas deja como herencia para varias generaciones una concepción del toreo fundamentada en la música del capote, en el duende de una muleta lenta por la que pasa la historia del toreo.
Desde de sus primeros pasos en la fiesta, en la plaza de La Pañoleta en 1954, hasta el momento actual, han sido 47 años seguidos de actividad como torero. Desde 1959, año del doctorado en Valencia, nunca faltó a la Feria de Abril. La del año 2001 no será la misma.

El Mundo. Martes, 24 de octubre´2000. ANTONIO BURGOSAdios vencedor del tiempo
Otros anuncian que se van y se van y se van, y no se han ido. Romero, no. Romero había toreado tres novillos de Zalduendo en el festival de Andex en la plaza de carros de La Algaba, que es chispa más o menos como entrar en un cuadro de Solana. Espoleta se llamaba el último novillo que mató. Después de matar los tres novillos, Gonzalito le quitó el traje corto, se duchó y se fue a Los Remedios, a casa de Sebastián, a comer en unión y compaña de sus amigos.El día se había metido en nubladitos cuando estaba anocheciendo. Fue entonces cuando vino la soledad. Nadie, en los tendidos, piensa en la soledad del héroe. Yo nunca he visto a Romero más solo que esta Feria de Sevilla, cuando con la rama de romero que había canjeado por las dos orejas que acababa de cortar, estaba dando la vuelta al ruedo en triunfo. Solo. Con Alcalareño y con Puerta lo menos cinco metros detrás de él. Completamente solo.
Así se fue Romero a su piso de Ciudad Expo. Romero vive en un piso de comisario del Pabellón de Turquía en la Expo del 92, no en la casa tópica de un mito de la Tauromaquia. A la puerta, sí, hay una enorme mata de romero. La más grande del mundo. Un día que íbamos a por los álbumes de fotos para el libro, se lo dije:
-Curro, ¿pero tú has visto qué mata de romero, si esto no es una mata, esto más que una mata es un árbol?
Y con su suprema, cernudiana, andaluza indolencia, me dijo:
-Sí, fíjate qué casualidad...
Reparé luego en el nombre del edificio, en el mármol de un rótulo. Cada uno de los bloques de Ciudad Expo lleva el nombre de un país, que si Honduras, que si Marruecos. La casa donde vive Curro lleva el nombre de Egipto. Naturalmente. También se lo dije:
-Curro, ¿tú te has dado cuenta de que el Faraón vive donde tiene que vivir, en Egipto?
-No me había fijado nunca, pero nunca, Antonio, y esto sí que tiene gracia...
Bueno, pues allí, a Egipto, se retiró el Faraón cuando dejó a su corte una vez que terminaron de comer en casa de Sebastián. Eran ya más de las ocho de la tarde. Fue entonces cuando lo llamó Fernando Fernández Román desde Clarín. Fue entonces cuando, clásico entre los clásicos, igualó con la vida el pensamiento:
-Fernando, quiero añadirte una cosa. Que me acabo de retirar. No que me voy a ir, que pienso retirarme. No: que ya me he ido.
Los que tenemos el privilegio de conocerlo estábamos convencidos de que iba a cumplir su palabra:
-Me iré en silencio...
Qué bonito es el silencio, Curro. El silencio del campo de Gambogaz donde empezó a soñar con querer ser torero. El silencio de aquel cuarto del Hotel Cecil Oriente, el día del debú con caballos en Sevilla y de las dos orejas de Radiador. El silencio del hotel después de Flautino, de Soneto, de las siete puertas grandes de Madrid, de las cinco puertas del Príncipe. El silencio de la Dirección General de Seguridad aquella noche del toro al corral. El silencio del portalón de cuadrillas de Las Ventas al día siguiente. El silencio de la enfermería de Zafra cuando el cornalón. Era ese silencio el que había en aquel piso de Ciudad Expo, a solas con la soledad, cuando le estaba diciendo, con lágrimas de hombre, a Fernández Román:
-Que ha terminado mi historia...
La historia, Curro, no ha hecho más que empezar. Ahora es cuando empieza la leyenda. Lo supe cuando acababas de colgar el teléfono con Román y lo descolgaste en mi llamada. Se oía la soledad. Te dije lo de tantas tardes malas y amargas, pero también lo de tantas tardes de dos orejas cambiadas por ramas de romero. Sencillamente:
-Enhorabuena, Curro.
-¿Sí?
-Perfecto.
-Pues fíjate, ni a Carmen se lo he dicho...
Esa es su palabra preferida como deseo en el arte: perfecto. Lo aprendió de Rafael el Gallo, como aprendió a coger el capote con Salomón Vargas: «Perfecto es lo que está bien arrematao». Esto está bien arrematao. Perfecto. Un mito que empezó en una plaza de pueblo, en La Pañoleta, y que acaba en otra plaza de pueblo, en La Algaba.
El domingo, Curro, seguirás toreando en Sevilla. Siempre seguirás toreando en Sevilla, porque la última verónica que te vimos echando la pata alante hasta la calle Adriano, ese natural con el que mandaste el toro hasta el Cruce de las Cabezas, aún no han terminado, aún la seguimos viendo despacio, siempre despacio, hasta para plantar melones. Queda, eso sí, este sentido del tiempo que se nos ha echado encima de golpe. Tú quizá no lo sepas, Romero, pero a efectos de la Historia del Toreo, el domingo en La Algaba, acabó de verdad el siglo XX.

ABC. Martes, 24 de octubre´2000. MANUEL RAMÍREZ. Curro Romero: «Al decir que me retiraba me entró por el cuerpo un escalofrío que todavía lo siento»
«Se me quebró la voz, me emocioné. Al decir que me retiraba, me entró por el cuerpo un escalofrío que todavía siento. Me voy. Me he ido. Pero seguiré toreando para los niños enfermos de cáncer y cualquier causa grande que sea, hasta que fisicamente pueda». Romero después del adiós, envuelto en silencios, aunque cerrado a cal y canto, habló a ABC.
FUE todo, como escribíamos ayer, en silencio. Él solo. Consigo mismo. Y Romero lo corrobora.
-Al terminar el festival de ANDEX en La Algaba, nos fuimos Carmen y yo a almorzar con unos amigos. Aquello terminó sobre las siete o las ocho de la tarde. Carmen fue a llevar a su casa a su hijo Kike y yo me fui a mi casa. Allí, solo, sin nadie, tomé la decisión. Y así lo dije. Ahora, si yo llego a saber la que se iba a formar luego, me hubiese callado, hubiera dejado pasar el tiempo y, ya, cuando se hubiese olvidado la gente del festival y de todo, entonces no aparecería en los carteles y ya está.
Anda el torero «desaparecido». No se podía imaginar la que se iba a formar.
- Es que yo soy, por lo menos eso parece porque hago las cosas así, muy inocentón. Hombre, yo creí que, bueno, vale, que digo que me voy y que tampoco soy el primero ni el último que lo ha dicho. Saldría, sí, en la prensa, pero ¿tanto? Lo dicho: No me lo esperaba. Y si llego a saber la que se forma...
Le damos marcha atrás al reloj del tiempo. El pasado inmediato. El festival a beneficio de los niños enfermos de cáncer en La Algaba.
-Yo disfruté mucho en el festival. Primero, porque hizo buen tiempo, aunque después se levantó un poquito el aire; después, porque se llenó la plaza, a pesar de la televisión, y eso era buenísimo para lo que se pretendía, que era el recaudar esos dineros para hacerle a estos niños enfermos una nueva planta en el Hospital Infantil del Virgen del Rocío de Sevilla. Y, además, porque me sentí muy a gusto con el primer toro.
Fue coger muleta y espada, tras haber veroniqueado a su manera por el pitón izquierdo, y dibujó un natural. Después otro, y otro, y otro...
- Estaba disfrutando porque estaba toreando muy a gusto. Los otros toros, como se vio, no tenían ese son y apenas se dejaron, pero creo que la gente disfrutó.
- Has hablado, Curro, de la voltereta que sufrió Morante, aunque no le pasara nada, y de la posibilidad de haber tú tenido que torear todos los que quedaban y que eso podría haberte hecho pensar...
- En eso también pensé, pero eso es algo que puede pasar siempre en un festejo taurino. Las volteretas nos las llevamos los toreros. Y duelen. Pero duelen mucho más las que uno se lleva fuera de los ruedos. Y a mí, en todo lo que ha rodeado al festival, se me han dado volteretas que han sido como puñalaítas. Esas sí me han dolido.
- ¿Hasta el punto de ser determinantes en tu decisión?
- Lo de que algún día tendría que dejar de torear o, por lo menos, de luces, en corridas de toros, no en festivales benéficos, es algo que yo me he planteado muchas veces. Tú sabes que yo, cuando termino cada temporada, aguardo a la siguiente. Me mido, veo cómo estoy físicamente, veo cómo ando de ilusión y entonces, sólo entonces, decido si sigo o no. Yo no me he retirado nunca, hasta ahora. Pero siempre dije que el día en que lo hiciera sería a mi manera: sin que se enterara nadie, yéndome. Y eso he hecho, aunque, lógicamente, se tenían que enterar los demás.
NO LO SABÍA NADIE
- De hecho, Curro, ni Carmen, tu mujer, lo sabía...
- No lo sabía nadie porque eso salió de repente, en un momento, después de pensarlo como hay que pensar las cosas, en silencio, sólo uno. Y decidiendo.
- Algo sí se pudo verse venir cuando convocastes aquella rueda de prensa para aclarar el problema de la feria de San Miguel y dijiste, cuando se afirmaba que no te iban a dejar torear más en la Maestranza, que a lo mejor eras tú el que no ibas a torear en la Maestranza...
COSAS QUE DUELEN
- Yo dije eso porque, hombre, se había dicho que yo tendría que arrastrarme para volver a torear en la Maestranza y yo, como dije aquel día, no soy una caja de pescao para que me arrastren. Y lo dije, pero jamás que se me pudiera entender como un desprecio a la Maestranza. Y yo, que en mi vida había convocado una rueda de prensa, la convoqué. ¿Sabes por qué? Porque me habían dolido algunas de las cosas que estaban diciendo: que si yo me había quitado, que si yo esto, que si yo lo otro; que si yo tenía que lavar mi imagen... ¿Tener yo que lavar mi imagen en Sevilla después de estar toreando más de cuarenta años aquí en la Maestranza y ser la Maestranza la plaza de toda mi vida, la que me puso en figura del toreo? Eso duele mucho. Y salí a dar la cara ante la opinión pública porque yo creo que, después de tantos años, no me merecía puñalaítas como éstas. Y además...
- Además de todo eso, qué, Romero.
¿GUERRAS? CON NADIE
- Que yo no he tenido, en tantísimos años, ni en Sevilla ni en ninguna plaza de las que he toreado, guerra de ningún tipo. Yo no he hecho una guerra en mi vida. Y me preguntaba a mí mismo: ¿Tengo yo necesidad alguna de meterme en guerra con nadie? ¿A santo de qué voy a formar yo una guerra, una discusión o una polémica? Esto, qué duda cabe, ha influido en mis ánimos. Y, claro, los años.
- Sesenta y siete los primeros que cumplas. A esa edad, le comentaba yo a Gregorio Sánchez, tu padrino de alternativa, hay quien no sale de su casa ni para jugar al dominó, no ya a matar toros, y me decía Gregorio que el valor en el toreo, siendo capaz de torear a esta edad, sólo lo tienes tú.
- Yo tengo un valor consciente. Creo que un valor sereno. Sé a lo que me he expuesto en estos últimos años. No soy ningún loquito y nunca he ido por encima de la razón. En el toreo todo es riesgo. Y a todas horas. Lo mismo con un toro que con un novillo que con una vaca en el campo. Y ese riesgo lo asumimos los toreros. Sé de mis limitaciones físicas y eso también ha influido, claro. Pero te digo una cosa: Una de mis virtudes, si es que tengo alguna, es la de que no soy rencoroso. Ni ahora, ni antes, ni nunca. Allá cada cual con lo que haga o deje de hacer. Además, que no sirvo para eso de guardar rencores. Pero, ante las volteretas de la vida, sí me faltan palabras para definirlas, pero sí sé cómo llegan hondo cuando son tan injustas.
-Torear, Curro, es, y cuesta trabajo decir era, una ilusión.
- Y sigue siendo, porque yo voy a seguir toreando festivales, como te he dicho.
- Pero lo que yo quiero subrayar es tu ilusión. Intacta hasta el festival. Y esa ilusión, perdóname si me meto en tu vida privada, la que vas a tener a partir de ahora, tiene un nombre de mujer: Carmen.
TODO ES AMOR
-Todo en la vida es amor. Sin amor no puede haber ilusión, ni nada. Y esto se puede aplicar a todos los conceptos. Yo he tenido la fortuna, la suerte, de encontrar a Carmen en los finales de mi carrera profesional y sí que te confieso que, con ella, recobré muchas ilusiones y, por supuesto, la de sentirme toreando. Y, además, no es secreto para nadie que yo soy feliz y que esa felicidad se me ha visto en los ruedos estos años. Ya digo que sin amor, todo lo demás sobra, no puede llenar. Nada es posible sin el amor.
-¿Y ahora qué, Curro?
-Ahora, cuando se pase todo este jaleo, pues a vivir más despacio.
- ¿Te hubiera gustado esta última tarde en la Maestranza?
-La Algaba nos acogió con todo su cariño y se lo he agradecido en el alma, pero claro que me hubiera gustado en la Maestranza, donde tengo tantos imborrables recuerdos de toda mi vida. Pero ahí no ha podido ser posible porque no me han dejado.

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