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martes, 1 de agosto de 2017

Tal dia como hoy...

 El 1 de agosto de 1.968, Pablo Gómez Terrón se convirtió en matador de toros.
 El festejo celebrado en la Plaza Monumental de Barcelona en el que intervinieron la rejoneadora Amina Assis y los matadores Dámaso Gómez y Gabriel de la Casa que dieron cuenta de un encierro del Marqués de Domecq y de Maribel Ibarra.

El triguereño puso de manifiesto sus cualidades toreras: valor, entrega, fe y arte además de su enorme caudal artístico.
Resultado de imagen de Pablo Gómez Terrón Se lució toreando por verónicas al primero de la tarde, de nombre “Ganchillero” y con el hierro del Marqués de Domecq, así como en un quite por chicuelinas lentas y garbosas. Ya con la muleta, citó al toro para instrumentarle un estatuario y el animal se lo llevó por delante. 


Resultado de imagen de Plaza Monumental de BarcelonaSe fue al centro de la plaza y aguantó la acometida de la res, logrando una estupenda tanda de pases con la derecha que abrieron el camino de una faena vibrante, torera, valiente y ligada y a la que puso remate de una estupenda estocada. Se le concedió una oreja con la que paseó el anillo.

El que cerró plaza, un animal aplomadísimo y que se defendió, Pablo Gómez Terrón lo toreó con la zurda, el lado menos malo del animal, y logró algunos naturales espléndidos a los que puso remate con ajustados y largos pases de pecho. Fue cogido y se levantó decidido para seguir en la misma línea. Mató de un pinchazo, resistiéndose de una clavícula, y una estocada, concediéndole la presidencia  otra oreja.

Cuando Terrón había matado al último de la tarde, el padrino de la ceremonia y director de lidia Dámaso Gómez, se acercó al triguereño para ver si se encontraba lesionado ya que del revolcón sufrido había salido con la taleguilla rota. Terrón le dio un manotazo a la vez que rehuía el examen; luego quiso rectificar y encontró igual disposición en el madrileño, por lo que Terrón quiso pegar a Dámaso Gómez y saltar la barrera para hacer lo mismo con el apoderado del madrileño que le había afeado su conducta.

Solventada la cuestión, el triguereño paseó el anillo y exhibió su oreja, entrando en la enfermería donde se le apreció fractura de la clavícula derecha, siendo calificado su estado como reservado.
Por Vicente Parra Roldán .

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