Hablan de libertad, de democracia, de derechos…
y se ciscan en ellos a la que pueden. Ni comparo ni frivolizo, pero en la misma Cataluña que ahora se exclama por el encarcelamiento de parte de su Gobierno (el resto – de momento- en fuga ) por vulneración sistemática de la Ley (presos políticos, dicen) hace siete años, muchas de esas voces o fueron cómplices o callaron (otra forma, más cobarde, de complicidad) ante el atropello a una libertad fundamental, la de expresión y a otras colaterales, entre ellas la que se deriva del derecho al trabajo.
Una negación de libertades, una prohibición, que ya tuvo antecedentes (la de los menores de 14 años, por ejemplo) y que tanto antes como después (la retirada de la fotografía de Juan José Padilla o la del cartel de Morante, entre otras de todo tipo) aplaudida – decíamos- por esos mismos paladines de los derechos humanos (y animales).

Y, desde la niñez, voy a los toros. Primero de la mano de mis padres, como tantos.
Ahora, también como a tantos, en mi tierra no me dejan. Lo prohibieron.
Y lo prohibieron, por ejemplo, Rull, Turull, Simó, Borrás, Comín...Puigdemont. Santi Vila votó no.
Prohibiendo las corridas de toros arrebataban el derecho a reconocerse en las emociones que provoca el toreo; negaban la Historia; agredían a la cultura; señalaban; discriminaban; insultaban…y, además, cercenaban el derecho al trabajo de los profesionales del sector, afectados directa o indirectamente.

Libertad, democracia, derechos humanos…tan bellas y luminosas palabras, tan ineludibles conquistas para vivir, que en boca de según quién se ensucian y pervierten.
PACO MARCH http://www.cultoro.com/
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