Sé que es una empresa muy difícil, e incluso osada (pido
perdón de antemano), intentar siquiera dilucidar sobre esto, pero quisiera que
se tomara este escrito como una opinión meramente personal y que ha suscitado
en mí una inquietud a raíz de las "guerras y guerrillas" entre
aficionados que sienten el toreo de distinta forma, y no por ello mejor ni
peor.
No puedo estar más convencido de que el arte de torear es un
centro de valores sentidos por cada aficionado, donde las necesidades
emocionales se solventan con diferentes rasgos acaecidos durante la lidia.
Así
pues, cualquier momento, detalle, aunque para algunos no sea percibido como
bello, puede también llegar a emocionar a otros aficionados sin que por ello
sea motivo de disputa.
Cada aficionado, cada persona, da un sentido a lo acontecido
en el ruedo
. Para algunos la faena de Miguel
Ángel Perera el pasado domingo en la Feria de Otoño de Madrid fue cumbre y
rotunda y para otros fue una faena más, de muchos pases pero que no llegaron a
emocionar interiormente, y no pasa nada.
Ni un aficionado es mejor por
emocionarse con ello ni otro es peor por no sentir ese toreo, no pasa nada.
La
percepción subjetiva del toreo determina una forma de sentirlo, abarca tanto
una perspectiva interpretativa personal como una reacción emocional ante la
forma de torear y comportamiento del toro.
Existe una corriente que considera necesario para ser
aficionado, emocionarse con lo que a ellos les emociona, una especie de
necesidad que así sea para tratar de imponer gustos.
En nuestra sociedad,
queramos o no queramos, la Tauromaquia está cada día más degradada por la
urbanización de la cultura, la búsqueda abusiva de otros entretenimientos y
aficiones, y la esquizofrénica manera de tratar a los animales como si fueran
iguales.
Por ello, estoy convencido, que cuantas más formas y maneras de
ofrecer toros, mejor. Me explico. Antes, no hacía falta inventarse corridas
distintas porque las plazas estaban llenas independientemente del toreo y
ganadería que se anunciara, la Tauromaquia estaba arraigada en la sociedad y no
necesitaba de "unión".
El pueblo la conocía, las figuras estaban bien
o mal dependiendo del toro que tenían delante, además no hacían ascos a torear
cualquier ganadería. Esto último, que parece un tópico, pero no lo es ya que a
la figura del toreo se la miraría con otros ojos cuando toreara las ganaderías
que considerara predilectas.
Pero volviendo al sentido del escrito, hemos de entender que
el sentido de arraigo para con la Fiesta de los toros, ha de estar por encima
de filias y fobias. Si para unos el toreo es lo que hizo Perera el otro día,
para otros es lo que hizo Emilio de
Justo en Dax con los victorinos, por ejemplo.
El toreo y el toro en el
ruedo, son precisamente la forma que los aficionados a los toros tenemos para darle
sentido a la Tauromaquia.
Cada aficionado capta y se emociona con diferente
sentido a través de lo que considera bello en el toreo. Hay personas que
reaccionan de diferente manera.
A algunos nos conmueve el toreo erguido,
natural, nada forzado y rematado detrás de la cintura, y a otros el toreo largo
y en línea, girando sobre el pie de apoyo para ligar muchos pases, y no pasa
nada.
Como afición, necesitamos de la emoción, de diferente forma
como hemos dicho. Hemos de tener empatía con las distintas formas de ver y
sentir el toreo, encajar las críticas en un momento dado a un torero o
comportamiento de un toro.
Esto no es ficción, y con el debido y totalmente
necesario respeto hacia la persona que se pone delante de un animal criado con
esmero por un ganadero durante 3 o 5 años, debemos entender que hay diferentes
formas de sentir y entender el toreo, formas de dar sentido a nuestra afición y
desarrollar una pasión por la Fiesta de los Toros.
Hasta que no entendamos que
la forma que cada uno tenemos de ver los toros no es la únicamente valida y
aceptemos al aficionado de al lado si se calla cuando tú pides las orejas,
estaremos tirándonos piedras sobre nuestro tejado
.http://ellibrodelarte.blogspot.com/
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