Oro maestrante al mejor puyazo para el picador onubense Juan Antonio Carbonell
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El varilarguero recoge uno de los premios Maestranza por su actuación en el tercio de varas en la feria del 2019 frente a un toro de El Pilar
POR PACO GUERRERO.
Me cuentan que a Juan Antonio Carbonell
se le escaparon dos lágrimas de sus ojos antes de ayer en La
Maestranza. No por recoger el premio al mejor picador de la pasada feria
abrileña sino por recordar ese rinconcillo donde su padre, monosabio en
ese templo torero que es la plaza sevillana
le ponía los días de corrida. El hijo venía a triunfar donde la afición
del padre le había puesto multitud de tardes la Fiesta a su alcance. Al
alcance de los ojos de un chiquillo que anda ensimismado en esa foto en la que el progenitor le anuda la cinta de la capa de alguacil para su debut en La Merced.
Hace escasamente dos días, el Rey de España
ponía en manos de este tiarrón de Huelva el trofeo que la institución
maestrante le había otorgado al varilarguero choquero por esa tarde del 7
de mayo del 2019 cuando Carbonell levantó la ovación unánime de la plaza al citar y torear a caballo, como hacen los picadores con alma torera al toro Mirador de la ganadería de El Pilar.Bien es cierto que los titulares siempre vuelan sobre quienes ostenta jefatura en plaza y los nombres de Aguado, Manzanares
y Ventura ocupan sitio lógico en muchas crónicas pero no menos cierto
que este diario que escribe tan en clave onubense nunca se olvidó de
quienes con el nombre de Huelva brillan frente al toro.
Carbonell, Juan Antonio, no es un caso aislado. Su hermano Rafael,
el mismo José Cartes, ambos en la cuadrilla de Miranda se han
convertido en grandísimos y brillantes profesionales pero si en algo
sabe especial este premio sevillano es por cuanto remarca esa enorme
humanidad con la que Juan Antonio Carbonell
se ha mostrado siempre desde que un día decidiera montarse a caballo
para picar toros. Se hace justicia porque en ese recoger y ahormar el
toro en una milésima de segundo ha estado siempre la virtud
de este hombre a caballo hecho poco a poco donde se han fraguado
siempre los buenos picadores: en el campo bravo.Alguacilillo en La
Merced acompañando muchas tardes a su padre en ese despeje de plaza Juan
Antonio se fue haciendo como caballista de postín
en los campos triguereños de Pelegrín. Las tardes de tentadero, los
toros a puerta cerrada y cuantas ocasiones deparó la casa ganadera de
Millares.
Justamente donde anda el torero en funciones de mayoral entre esos toros cuando la temporada no depara actuaciones donde acompañar a su torero, Pepe Moral.
Los mulos, su otra pasión. El momento, este. El que significa la
superación profesional desde la humildad y la sabiduría del hablar poco y
mentir menos. Quizás por eso enorgullece como periodista contar en singular
estos premios Maestranza en torno a quien lleva dentro de su alma
choquera encerrado con toda la humildad del mundo a un gran torero. No
ha sido casualidad ese puyazo.
Son muchos y a toros nada fáciles. Miuras, victorinos, Pabloromeros y toda una infinita lista de toros con poder. No es casualidad, repito, pero que gusto que fuese en La Maestranza
donde el tendido se rompiese las manos dejando ir por el callejón a un
pedazo de torero de Huelva saboreando la gloria del momento.
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