La finca Los Alburejos es el paradigma del cortijo clásico regional.
Su venta a unos propietarios ajenos al mundo taurino es un hachazo a la historia del toreo. Un paraje natural donde crecen los toros bravos y los caballos toreros, las dos pasiones de la familia Domecq, junto a su vino de Jerez.
Álvaro Domecq y Díez no pudo enseñarle esta emblemática finca a su íntimo amigo Manuel Rodríguez «Manolete».
Su fallecimiento un año antes de su adquisición privó al genio cordobés de formar parte de la historia de Los Alburejos.
Como sí lo hizo Francisco Rivera «Paquirri», cuya finca Cantora se encuentra a once kilómetros de distancia. El torero de Barbate recorría este trayecto corriendo, campo a través, para ir a tentar a casa de don Álvaro.
La amistad fraguada entre ambos se recuerda en la foto que Paquirri le dedicó y que aún cuelga en el cortijo: «Amigo Álvaro, en recuerdo de los 5 triunfos grandes que he tenido este año, con 5 corridas tuyas, como Sevilla, Madrid, Bilbao, El Puerto de Santa María y Huelva, cortando un total de 13 orejas y 2 rabos. Tu amigo, Francisco Rivera Paquirri».
Los emblemáticos torrestrellas pasarán a criarse a partir de ahora a la otra finca familiar: «El Carrascal», en el término municipal de Benalup-Casas Viejas, en la famosa Ruta del Toro gaditana. Hasta la fecha, esta finca era el oasis de los garrochistas andaluces. Un hermoso llano que permitía ver desde la carretera en numerosas ocasiones a maestros del «palo» como Luis Erquicia, Luis Guardiola, Álvaro Domecq, Manolo González o Ernesto Campos.
El actual ganadero e hijo fundador de la ganadería, Álvaro Domecq Romero, ha señalado que su ganadería no atraviesa por un buen momento debido a que «las figuras sólo quieren cuatro ganaderías. No se salen de ese circuito. Y claro, así es muy difícil que nosotros podamos sostener, por ejemplo, una finca así».
Por el momento, Álvaro asegura que intentarán continuar con el hierro familiar, aunque no es muy optimista de cara al futuro: «Los toros no se venden. Por el momento vamos a intentar seguir con ellos en la otra finca. Teníamos una corrida que hubiera valido para Sevilla, pero ves que hay cuatro ganaderías que hacen doblete y así es imposible. Sí que vamos a Madrid, y para Francia hay cosas».
Uno de los principales reclamos que ha tenido Los Alburejos durante los últimos años ha sido su espectáculo «A campo abierto», que los ganaderos explican así en su página web: «La visita comienza recorriendo un sendero autoguiado a pie de unos 700 metros por la dehesa conociendo la fauna y la flora y algunos cercados de toros y bueyes. En el mejor teatro inimaginable, en la libertad del campo andaluz, desde una cómoda grada, conocerás un día de vida de estos magníficos ejemplares. En esta ruta del toro podrás ver al toro bravo, un lote de vacas con el semental y sus becerros, cabestros en su trabajo habitual de guías, destete de becerros, yeguas con los potros y jinetes y caballos trabajando en doma vaquera y alta escuela española».
El ganadero ha explicado a este medio que aún no saben qué va a pasar con el espectáculo: «Debo sentarme con mis sobrinos, los nietos de mi hermana y decidir entre todos. Aquí tenemos mucha afición por el toro y el caballo. Intentaremos continuar por el mismo camino».
Sobre la nueva propietaria de la finca ha explicado que apenas la conoce: «Vino un día de visita y quedó maravillada con la casa. Nos hablaba mucho de este tipo de ladrillo. Al tiempo llamó para quedarse la finca. Ha sido todo muy sencillo. Me cuentan que quiere mantener la finca tal y como está. Nosotros vamos a continuar de momento aquí mientras nos vamos trasladando y decidimos qué hacemos con la ganadería».
«Lo que más pena me da es la historia que guarda esta finca. Por aquí ha pasado todo el toreo. Mi padre siempre tenía la ilusión de que viniera gente a casa y enseñársela. Hoy en día vienen menos...», ha señalado el ganadero jerezano.
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