En 1918 José Gómez “Gallito” encabezó por
quinto año consecutivo las estádisticas de corridas toreadas.
Fueron
103, apenas una menos del record hasta ese momento (104), qué el mismo había impuesto dos años antes.Vista desde hoy esa cifra se agranda.
Para
empezar, dobla con creces las 43 alcanzadas por El Juli, puntero del
escalafón el año pasado.
Y eso, en un país con mucha menos población,
plazas, tecnología y vías de comunicación que las de hoy.
Luego, no se puede omitir el contexto de
aquella temporada lidiada toda en medio de una peste de “gripa española”
que mató entre 50 y 100 millones de personas en el mundo (alrededor de
150.000 en España), y la que contrajeron hasta el mismo Rey Alfonso XIII
y el presidente García Prieto.
Del miedo generalizado y las muchas
restricciones económicas y sanitarias que se oponían a la concurrencia
de público.
¿Por qué tales desgracias no pararon el
toreo? Quizá la ignorancia, quizá la pasión. Al final, el saldo de
fallecimientos, no mayor al de muchos otros paises apestados, exonera
parcialmente la primera. La otra, la pasional, no se puede atribuír solo
a “Gallito”. Fue su rivalidad con Belmonte la que incendió ese lustro
legendario del toreo
“Y no se te olvide que ésa faena (de Juan al toro “Barbero” en Madrid, 1917) puede ser la más grande de la historia, pero el torero más grande soy yo”. Reclamo que Clarito le guardó en sus Memorias.
Soberbio, pero sustentado, era figura de ley: “681
corridas del 28 de septiembre de 1912 al 16 de mayo de 1920: de ellas
43 de Miura, y 26 de seis toros para él solo; 81 corridas en Madrid, 58
en Sevilla, –y el ilimitado repertorio artístico –y todas las suertes
conocidas del toreo de capa, todas las del tercio de banderillas, todos
los pases con la muleta… el arte, el dominio, el recurso, y la suerte
suprema en su fase clásica de recibir… Cabe pensar que ningún otro tan
completo como Joselito ha señoreado la fiesta.”
A dos meses de conmemorar (¿sin corrida?),
el centenario de su muerte en Talavera. Cuando una nueva epidemia
gripal mucho menos asesina y sin guerra mundial agregada, tiene las
plazas clausuradas, la fiesta prohibida y toda la humanidad acorralada,
leer las crónicas de aquel horroroso y épico año, en que José contra
todo, mantuvo el toreo de pie, asombra y empalidece nuestros terrores
actuales.
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