JOSE MARIA CALDERON
En la historia de la Tauromaquia existen muchos personajes y 
“figuras” famosas, pero esa Historia también la hicieron hombres que 
pasaron casi desapercibidos por mala suerte o falta de recursos…
 En sus inicios como novillero y como matador de toros, la figura de José
 María Calderón fue de gran importancia en su vida taurina y personal. 
Belmonte explicó que ante su deseo de ser torero, su padre le pidió 
consejo a Calderón que había sido banderillero de Antonio Montes y cómo 
el aplomo de Calderón contrarrestaba con su inseguridad, timidez y la 
convicción que tenía de que no sería nunca capaz de triunfar en el toreo
 Belmonte expresó que el papel de Calderón fue muy importante, pues creó
 ambiente taurino y curiosidad ante la gente ya que manifestaba 
públicamente que Belmonte era un fenómeno de la Tauromaquia aunque estaba en sus primeros pasos. 
Calderón 
actuaba como lo que actualmente se considera un apoderado.
 La 
personalidad de Calderón aportaba seguridad a las posibilidades de 
Belmonte. La vida es lo más parecido a una novela, cuando más tenso está el nudo, 
alguien llama a la puerta: es José María Calderón —vivía en la misma 
calle Pureza—, aquel hombre de luto que lleva el féretro de Antonio 
Montes, su maestro, por una Triana en lágrimas: «Fachendoso, guapetón y 
sentencioso con toda la prestancia del viejo torero y todas las 
marrullerías», en el flash de Chaves Nogales.
 Calderón, desde la muerte de Montes, no encuentra acomodo en ninguna 
cuadrilla. Se ayuda a subsistir a la perra vida de la venta a a comisión
 de barriles de aceitunas, del tráfico de los cortes de traje de pura 
seda de Gibraltar o la marca de algún vino de buena solera. 

El escritor 
López Pinillos en plena furia belmontina —año 1914— apunta en el Heraldo
 de Madrid: "Calderón es parte esencialísima en la vida torera del fenómeno. No 
vendió ningún burro —como Antonio Conde— por auxiliar a su amigo; pero 
por defenderle cuando era un desconocido, por anunciar al Mesías de la 
Tauromaquia, cuando nadie lo esperaba, expuso su crédito de banderillero
 de cartel, de peón excelente de cuadrilla formal."
 Desde principio a 
fin, José María Calderón veia los días y las noches al lado de su torero
 del alma, un ejemplo de fidelidad.


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