Adofo Martín ha servido en bandeja de plata el argumento que necesitan los mercachifes del taurinismo y sus acólitos mediáticos para defenestrar al toro serio y fiero en favor del borrego comercial. Me cuentan que ya echan humo los twitteros, y no digamos algunos portales, utilizando torticeramente y de forma ventajista el desastre de los adolfos en Pamplona para decir eso de que el toro que piden los mal llamados toristas es esto, o sea el infumable saldo de ejemplares descastados, sin un pase que se lidió en esta plaza.
Eso no lo quiere nadie empezando por el propio Adolfo Martín y, por supuesto, ningún aficionado serio y cabal.
El toro no solo debe tener pitones, como la corrida de ayer, exagerada, ni trapío, que también los tuvieron los adolfos.
El toro que defendemos es el toro que se mueve, que embiste con codicia, que va largo y se presta para que la emoción del buen toreo impere. Lo de ayer no le vale a nadie
Y a los que menos a Urdiales, Escribano y Aguilar que se las vieron moradas para pegar un pase decente. Lo más decente, a propósito, un par de banderillas de Escribano sentado en el estribo, al quinto, un toro que antes había volado, literalmente, hasta el callejón.
Es decir, que a falta de embestidas, un toro resultó volador...
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