Por VICENTE
PARRA ROLDÁN
Hace medio siglo la fecha del 18 de
julio de 1964 era, lógicamente, no solo festiva sino también aparecía rodeada de
celebraciones.
Y, en esta ocasión, sirvió para la presentación en su
Chamaco II respondió a la expectación
creada. Abrió su actuación con buenas verónicas y, a su primero logró
hilvanarle una faena llena de temple, finura, mando y dominio sin que se notara
la falta de experiencia. Todo ello, además con la entrega y ganas que puso, por
lo que, al concluir su quehacer obtuvo las dos orejas, los mismos trofeos que
conquistaría en su otro oponente en el que volvió a poner de manifiesto su
calidad al torear con ambas manos y saberse ganar al público asistente.
Magnífica la presentación de Sebastián
Borrero Chamaco II ante sus paisanos que vibraron con su toreo y con sus
magníficas condiciones que le habían conducido a ser la novedad de la
temporada.
Los aficionados onubenses no solo se congratularon de su actuación
sino que pronosticaban que podría muy pronto convertirse en figura del toreo y
demandan su presencia nuevamente en la plaza de su tierra, por lo que la
empresa, con muy buen criterio, le contrató, junto a Pablo Terrón, para las dos
novilladas de las cercanas Fiestas Colombinas.
José Luís Caetano arrastraba las
secuelas de una cornada sufrida horas antes en Cáceres pero no quiso perderse
esta actuación. Se lució en un quite por chicuelitas en su primero al que toreó
con la muleta por estatuarios redondos y naturales, burlando las intenciones
del novillo de arrollarle, como sucedería cuando le instrumentaba unas
manoletinas antes de dejar un pinchazo y una estocada entera. En el otro volvió
a demostrar su personalidad al torear al natural y en los adornos, poniendo de
manifiesto su valor. Dejó un pinchazo y media estocada y, tras no concedérsele
la oreja solicitada, dio una triunfal vuelta al ruedo para agradecer los
aplausos.
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