Tomado de la colección "Tesoros taurinos de la Filmoteca de la UNAM", sin ningún ánimo de lucro, y mucho menos de infringir los derechos de autor de dicha obra, este fragmento reseña dos faenas de Miguel Baez en la Plaza México. La primera, de pundonor, exposición, e inmolación, ante un toro de Zacatepec. Y la segunda, obra cumbre del español en ruedos mexicanos, es una pieza sólida y brillante, con el toro Dancero de Piedras Negras. La pieza está acompañada por la sobresaliente narración del maestro José Francisco Coello Ugalde, a quien la tauromaquia mexicana adeuda estos videos. CRÓNICA : Hemos visto a Miguel Baez “Litri” en todas sus dimensiones. Como un chaval lloró ante cuarenta mil espectadores, mostrando la oreja que había cortado por una faena del mas puro arte y transparente clasicismo. “Dancero” se llamó el segundo bicho de la divisa tlaxcalteca rojinegra, pesaba 436 kilo y era cárdeno de pinta…El de Huelva brindó a todo el público, clavó los pies en la arena y sin enmendarse un milímetro se paso al de Piedras Negras en escultóricos ayudados por alto. Cito de largo, de tercio a tercio, se le arrancó “Dancero” y lo aguantó a ley para correr la mano en cuatro naturales….otra vez citó de lejos, tornó a ligar portentosos pases con la zurda y barrió el lomo del enemigo en interminable forzado. Entonces se encendió la locura en el graderío. Entre olés y gritos se engolosino el hombre, ligando derechazos perfectos y manoletinas viendo al tendido…y cuando completó la magistral arquitectura que a mi juicio ha sido la mejor de lo que va de la temporada, se volcó sobre el morrillo, caló al astado. Volvió a herir dejando una estocada hasta la gamuza, una oreja. Había triunfado en México pero en forma rotunda y arrolladora. Los despojos del alegre bicho fueron aplaudidos en el arrastre lento
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