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martes, 15 de diciembre de 2015

Los taurinos reclamaban sus derechos

Necesitamos taurinos "de guerra", taurinos militantes
"En los últimos treinta años el contexto en el cual vive la Fiesta ha cambiado. La sociedad se ha destaurinizado y aunque, como siempre decimos, los toros son el segundo espectáculo de masas, casi se han convertido en algo underground, en una especie de cultura alternativa. Además, en algunos sectores se está cuestionando la mera existencia de nuestra Fiesta", escribe el buen aficionado John Gordón, del Club Taurino de Londres, para quien hoy la Fiesta necesita, "una mentalidad activa y militante; esto es: que no mire pasivamente lo que ocurre a nuestro alrededor".

Por John Gordón, Club Taurino de Londres.
Hay una escena curiosa en El Padrino en la que Michael Corleone le dice a Tom Hagen que no es un consigliere de guerra y que Hagen debería concentrarse en los negocios legales de la familia. Este recadito de Michael reconoce que un cambio de contexto requiere un cambio de rumbo; el modus operandi que nos sirve en momentos tranquilos, no sirve cuando llegan las tempestades.
La Fiesta se encuentra en un trance similar. Para la mayoría del siglo XX la Fiesta fue el epicentro de la cultura española, las buenas cosechas estaban aseguradas. Sin embargo, en los últimos treinta años el contexto en el cual vive la Fiesta ha cambiado. La sociedad se ha destaurinizado y aunque, como siempre decimos, los toros son el segundo espectáculo de masas, casi se han convertido en algo underground, en una especie de cultura alternativa. 
Además, en algunos sectores se está cuestionando la mera existencia de nuestra Fiesta. Para mi ese ha sido el mayor logro de los anti; al hombre de la calle le importan poco los toros, ni para bien ni para mal, pero los antis han querido crear un debate de toros sí, toros no, y lo han logrado.   
Nos guste o no, los detractores de lo taurino nos han zampado este debate y hay que salir a defenderse. Así pues, la Fiesta necesita, si bien no un consigliere de guerra, sí una mentalidad guerrera, en el sentido de activa y militante; esto es: que no mire pasivamente lo que ocurre a nuestro alrededor. 
El modus operandi que le ha servido al mundo del toro durante la época de las vacas gordas, en una era sin el lastre anti, ya no funciona. (Entre paréntesis: creo que el fallo ha sido no reaccionar a tiempo, hace veinte o treinta años, y crear un modelo nuevo para que la Fiesta hubiera afrontado el cambio de las costumbres de ocio de la sociedad).
No quiero decir que los taurinos no tengan el propósito de ir a una confrontación de ideas; vemos discusiones entre taurinos todos los días. Durante la Semana Santa vimos la batalla entre toristas y toreristas, que fue seguida por la saga de los niñatos. Ya saben, durante la apertura de la temporada en Sevilla, Carlos Herrera mando un tweet llamando a los integrantes de G4 niñatos por no torear en la Maestranza. Twitter, como suele hacer, explotó. Algunos aficionados se solidarizaron con las figuras, mientras que otros no entendían porque se había formado tan gorda.
Por supuesto, esto fue solo un pequeño frente en el gran conflicto de la temporada entre la Empresa Pagés y el G4. Como bien sabemos, en una época cuando la Fiesta necesita una Feria de Abril por todo lo alto para darle fuerza y prestigio a la temporada, la empresa y las figuras no han llegado a un acuerdo para que estos últimos toreen en la feria. El resultado ha sido una Feria de Abril coja, donde la afluencia de público alterna entre un lleno, o casi, los días de Ponce o Manzanares y una media plaza el resto de las corridas. Antaño todos eran llenos del jueves de pre-feria en adelante. 
No quisiera repartir culpas en este conflicto, porque, al ser un simple aficionado, no conozco los entresijos. Pero si quiero resaltar este conflicto para aunar en el concepto de esa mentalidad activa del taurino. Con los antis protestando a la puerta de nuestras plazas, los principales integrantes de la Fiesta están demasiado preocupados por sus propios conflictos; por muy válidas que sean las posturas de unos o de otros, al final los anti nos marcan un gol.
Así que, en vez de pelearnos entre nosotros por cualquier detalle, vayamos a concentrar esta energía hacia quienes pretenden descalificarnos. Hay pistas de que esto podría estar pasando. Volvamos a Sevilla. La protesta anual de PACMA por el Paseo de Colón estaba previsto terminar en la propia Puerta del Príncipe, un despropósito en toda regla; además, las autoridades habían ratificado inicialmente el recorrido. 
El tweetendido, otra vez, explotó, pero esta vez en una vertiente positiva para la Fiesta. A los pocos  días las autoridades tuvieron que ceder al sentido común y el sábado los antis solo pudieron recorrer hasta la Torre del Oro. No sé hasta qué punto influyó la presión de los taurinos --no solo de los twiteros taurinos, sino además de un grupo importante de peñas y profesionales, es decir, un tipo de lobby más convencional--; pero lo importante fue que el mundo del toro se movió y el resultado final ha sido el deseado.   
La dura realidad es que nos tenemos que acostumbrar a este tipo de reacciones para poder combatir la avalancha que nos viene encima. En este sentido, la afición francesa es ejemplar. A pesar del arraigo cultural que tiene la Fiesta en el sur de Francia, los toros nunca han tenido preeminencia cultural en el país galo. Así pues, el mundillo francés siempre ha tenido que revindicar su Fiesta, entiende que tiene que protegerla con decisión y beligerancia. En España debe también adoptar esta misma mentalidad.
Por supuesto, para que la defensa de la Fiesta progrese por buen cauce debería haber un lobby central y organizado. Hasta ahora, la Fiesta ha dependido en la buena voluntad de algunos grupos de aficionados y entidades de profesionales, que han actuado con cierta independencia. Ha llegado la hora que los profesionales taurinos creen este lobby central; muchos lo llevamos pidiendo desde hace mucho tiempo, pero todo sigue igual. 
Sólo este tipo de lobby puede hacer frente a un  movimiento super-organizado e hiperfinanciado. Hay sectores que están trabajando hacia esta meta, espero que lleguen porque, y no creo que esto sea descabellado, de ellos depende el futuro de la Fiesta. El trabajo del aficionado a pie de calle, sea de forma independiente o como parte de una peña, es importante, pero necesita del apoyo de un organismo central. Con esa mentalidad militante los taurinos crearían este lobby.    
Aparte de desarrollar un plan de defensa de la Fiesta, pienso que parte de la mentalidad militante y activa se debe usar de una forma positiva para crear una Fiesta de mayor nivel. En estos primeros meses de la temporada una baraja importante de toreros jóvenes y ganaderías de varios encastes han triunfado. Sin embargo, se tiene la sensación que a la hora de elaborar las ferias los empresarios nos anuncian otra de sota, caballo y rey; además, no siempre se entiende el mérito estrictamente taurino de los anunciados. Necesitaría un artículo entero para jerarquizar escalafón de toreros y ganaderías para poder sugerir modelos para confeccionar ferias de mayor fuste. Pero no hacen falta mil palabras para decir que los carteles de Nimes, Jerez y Zaragoza --por nombrar tres ferias presentadas en las últimas semanas-- carecen de imaginación. No estoy en contra de las figuras, creo que las figuras que tenemos son de una calidad contrastada; el problema es la clase media del toreo que actúa al amparo de las figuras y tapona la emergencia de valores nuevos. Un taurino con mentalidad militante traería consigo una mentalidad fresca a la hora de confeccionar carteles, elaboraría una feria que compagine los gustos de la afición con la necesidad de atraer al público de aluvión.
Estas tres ideas: esa mentalidad militante y activa, un lobby central y una Fiesta fresca son tres ideas para poder desarrollar la Fiesta de cara al siglo veintiuno. Claro que no son las únicas ideas que puedan funcionar, y lo difícil es implementar y trabajar para estas soluciones. Pero, el mundo del toro se debe dar cuenta que la Fiesta necesita un cambio de rumbo para poder afrontar las amenazas. Como los Corleone de la novela, necesitamos un taurino de guerrapara tomar las riendas y darnos la Fiesta que nos merecemos.

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