Deja muy poca historia el desafío ganadero de este año,
aunque en la última tarde pudimos asistir a un tercio de varas vibrante
y espectacular ofrecido por el toro Chirón, de Arauz de Robles, con
tres arrancadas galopando al caballo, especialmente en el segundo
encuentro cuando lo hizo desde veinte metros. Para rematar este toro se
empleó en la muleta con mucha clase, embistiendo muy humillado y muy
templado.
Por su parte los tres toros de Saltillo, el hierro contrincante, aparte de una espectacular fachada salieron mansos y dieron un pobrísimo juego en la lidia,
aparte del peligro declarado del toro Palmito cuyo pitón izquierdo era
una guadaña de criminales intenciones. Precisamente este toro sirvió
para que el albaceteño Sergio Serrano se convirtiera en protagonista
gracias a un valor auténtico y un estimable buen sentido del toreo.
Aprovechó el pitón derecho del toro, mucho más potable. Serrano se
templó en los redondos para componer una faena muy seria y rotunda. Con
la espada se le fue la oreja que pudo haber cortado y se debió conformar
con una vuelta al ruedo legítima.
En el sexto de Arauz, un manso de libro, ya no pudo rematar con éxito su tarde aunque nunca perdió la cara ante un toro que hacía hilo por ambos pitones.
Sánchez Vara se tropezó ante la blanda embestida de su primero y estuvo
por debajo de la fran ca embestida del cuarto toro, aunque los
muletazos limpios, mejor los naturales, maquillaron su labor.
Javier
Castaño, un veterano curtido en muchas batallas, se resignó ante la
apagada embestida de su primero y en el quinto, un morucho de Saltillo
que embestía al aire anduvo a la defensiva para salir del paso.
El tercer toro cogió al banderillero Caco Ramos
y aunque no parecía nada grave luego tuvo que ser intervenido en la
enfermería de una cornada de 25 centímetros en el muslo izquierdo de
carácter grave y que especialmente lesiona el nervio ciático, aparte de
otras complicaciones.
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