
Hace tres décadas, Luc Jalabert (
fallecido hace año y medio), arlesiano, rejoneador, ganadero y
empresario, soñó la Goyesca y la hizo posible, convirtiéndola, poco a
poco, en referente de la temporada taurina, allí y aquí. En estos años,
cada una de ellas ha sido, es (seguirá siendo, claro) un acontecimiento
taurino y - en consecuencia- cultural de primer orden, con la
implicación de toreros, ganaderos, artistas plásticos y músicos.....

Y lo ha
hecho en esplendorosa plenitud.
Por eso, cuando lo sacaban a hombros
junto a Enrique Ponce tras brindar ambos una tarde
memorable. Más de uno, entre el gentío que colmó hasta el último rincón
del Anfiteatro, gritó ¡Juan, no te vayas!.
El detalle de lo
sucedido está escrito en portales de lo inmediato pero, en el papel y la
memoria, ahí quedará, en su inmensa magnitud.
Por lo que fue :
seis toros de distintos hierros y el denominador común de la casta,
recompensada con el indulto absolutamente justificado de un Vegahermosa
torrencial y las vueltas al ruedo para el de La Quinta, pura golosina de
brava nobleza e hijo de aquel Golosino que el propio JB inmortalizó en Istres y un juampedro con el que se recreó Ponce.

Y, por ello, excluyente - los hechos lo
demuestran- que nada tiene que ver con su historia y razón de ser.

Aplaude, pide orejas y hace palmas, junto a miles de
sus conciudadanos, a su derecha y a su izquierda, cuando la Orquesta
Chicuelo toca pasodobles, el Vino griego,himno oficioso de la Francia taurina, Valencia o ese Paquito el Chocolatero que allí- con perdón- suena con otro aire.
En
esa " normalización" de lo normal, el Ayuntamiento de Arles, con su
alcalde (reelegido en sucesivos comicios locales) al frente, se implica a
fondo y la tauromaquia, en sus diferentes expresiones, con la corrida
camarguesa convocando también a miles de aficionados y reconocidos
profesionales, está presente, de forma visible y permanente (hasta seis
exposiciones taurinas estos días, en distintos recintos), en muchos
rincones de la ciudad, que por doquier respira arte con aromas de
lavanda.

Himnos,
músicas, canciones, ovaciones, olés roncos y sentidos, banda sonora de
una tarde, la de Arles y su Goyesca del adiós de Juan Bautista, en la
que la bergaminiana música callada del toreo revoloteó en cada lance, en cada muletazo.
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