Análisis heterodoxo de una triunfal y preocupante temporada taurina
Ha sido 2019 un buen año de toros y toreros. Triunfal e histórico, pensarán los más generosos.
Sí,
ha dejado recuerdos imborrables en tardes sorprendentes e inesperadas;
muchos toros han brillado, algunos por su bravura, y otros por su casta,
movilidad, nobleza o calidad; y algunos toreros, menos, se han
transfigurado en artistas heroicos y han protagonizado momentos
grandiosos.
Ha sido una temporada dura, en la que ha quedado patente, una vez
más, el altísimo riesgo que asumen quienes se visten de oro y plata.
Y preocupante por varios motivos: ha acudido menos público a las
plazas, está prácticamente desaparecida la suerte de varas, muchos toros
hubieran merecido mejor suerte con sus lidiadores, el grueso del
entramado taurino está en manos de tres o cuatro empresarios, seis o
siete figuras y no más de cuatro ganaderías…
Y un dato más: el número de
novilladas disminuye peligrosamente, lo que podría suponer el
estrangulamiento del futuro.
Un año, ciertamente, paradójico: tardes inolvidables, cornadas
gravísimas, menos espectadores, pérdida de emoción y un porvenir plagado
de interrogantes.
Basta un detalle: el líder del escalafón de matadores solo ha
participado en 43 festejos, una cifra tan baja que no se repetía desde
la década de los años setenta.
Pero, ¿quién ha sido el torero triunfador de la temporada?
Parece que existe consenso en el nombre de Paco Ureña por sus faenas
incontestables en Valencia, Madrid y Bilbao tras su milagrosa
recuperación física después del gravísimo percance que sufrió en la
feria de Albacete de 2018. Ureña ha sido el referente del toreo hondo y
personalísimo del que brotan borbotones de emoción.
El torero murciano merece ese título honorífico, pero sería injusto
negárselo a otros toreros que, como él, se han hecho también acreedores
de tal reconocimiento.
Es decir, que no ha sido el único triunfador.
¿Acaso no lo ha sido Pablo Aguado tras su gloriosa tarde del 10 de
mayo en la Feria de Abril de Sevilla en la que cortó cuatro orejas y
revolucionó el toreo?
Sí; el joven torero sevillano es otro protagonista indiscutible,
aunque no haya reverdecido sus laureles en otras plazas, en las que se
le esperaba como el gran renovador.
Roca Rey también tiene su sitio en ese podio de los mejores. Arrolló
en la feria de Fallas, se le pidió el rabo tras su faena a un toro de
Núñez del Cuvillo en Sevilla, y salió por la puerta grande en San Isidro
la misma tarde en la que un sobrero del Conde de Mayalde le propinó una
tremenda voltereta y lo mandó al paro forzoso. Su ausencia se ha notado
en las taquillas, y se le ha echado de menos en las ferias.
Antonio Ferrera se presentó el 1 de junio en San Isidro entre la
desconfianza del respetable tras el extraño suceso, aún no explicado, de
su baño en las aguas del río Guadiana. Llegó, y ante la incredulidad de
todos los presentes, firmó una actuación verdaderamente histórica,
transfigurado en el artista total, y protagonista de unos minutos que
supieron a eternidad.
Meses después, se encerró en la Feria de Otoño con seis toros de
distintas ganaderías y de nuevo dictó una lección de magisterio que dejó
boquiabiertos a los tendidos. Ferrera merece, sin ninguna duda, ser
también triunfador de la temporada.
Y lo es con méritos suficientes el joven David de Miranda por superar
una durísima y larga rehabilitación motivada por una lesión que
amenazaba con dejarlo en una silla de ruedas; y por robar el corazón de
los aficionados madrileños una tarde ventosa en la que fue capaz de
firmar una faena de ensueño.
Emilio de Justo es otro de los grandes en la temporada de su
consagración. Castigado por las lesiones en los inicios, se mostró
sobresaliente en Sevilla y muy inteligente en Madrid, y en ambos casos
ante ‘victorinos’. Todas sus actuaciones estuvieron presididas por una
feliz madurez, corroborada en la plaza francesa de Dax, donde se encerró
con seis toros, todos ellos del hierro de Albaserrada.
Miguel Ángel Perera también tiene un hueco entre los triunfadores por
su regularidad y actuaciones sobresalientes en las dos ferias
madrileñas.
Y Manuel Jesús El Cid, que ha hecho un esfuerzo sobrehumano en el año
de su retirada, en el que la suerte le ha sonreído y ha podido gozar
del cariño y el respeto que se ganó en su dilatada, exitosa e irregular
carrera.
Cierra este grupo El Juli, el líder del escalafón, un veterano que
abrió por sexta vez la Puerta del Príncipe, que no deja de ser
meritorio.
Junto a estos, pero en un escalón inferior, estarían Ginés Marín,
Cayetano, Manzanares, Urdiales, Manuel Escribano, Román, Curro Díaz,
Juan Ortega, Daniel Luque, Octavio Chacón, Daniel Luque, Ponce, Álvaro
Lorenzo…
Honores especiales merecen los toreros que suelen lidiar las corridas
más duras y nunca defraudan:
Fernando Robleño, López Chaves, Alberto
Lamelas, Gómez del Pilar, Cristian Escribano, Rubén Pinar, Juan Leal y
el albaceteño Sergio Serrano, que sorprendió gratamente en Madrid en un
desafío ganadero ante toros de Saltillo y Arauz de Robles.
Otro tema:
¿quién ha sido el torero perdedor de la temporada?
No es grato señalar con el dedo a quien no ha superado sus propias
expectativas. Él, -ellos-, mejor que nadie, lo sabe y lo sufre en
silencio a pesar de las falsas justificaciones de quienes lo rodean.
Ciertamente, han pasado desapercibidos Sebastián Castella, José
Garrido, Juan del Álamo, Pepe Moral, López Simón, El Fandi, Toñete…
¿Y Morante?
Cuántas ilusiones depositadas en él y cuántas tardes
baldías; detalles primorosos a la verónica a un toro de Garcigrande en
Sevilla y poco más.
Merecen un recuerdo especial los muchos toreros heridos y, entre
ellos, Rafaelillo, que está vivo de milagro tras el atropello de un
‘miura’ en Pamplona, Javier Cortés, que ha perdido la visión de un ojo,
Gonzalo Caballero, torero heroico que parece abonado a las enfermerías, y
Mariano de la Viña, que sufrió en Zaragoza la cogida más espectacular
del año.
Se retiró el ganadero Fernando Cuadri y la afición de Madrid lo
homenajeó con una pancarta que encerraba el agradecimiento a un sabio
del campo bravo.
En fin, que se acabó un año paradójico, cuajado de tardes exitosas,
oscurecidas, eso sí, por nubarrones que amenazan la claridad del futuro.
Por cierto, ¿se puede hablar de una ‘terna’ ideal de toreros de 2019?
Claro que sí. Aquí va una:
Ureña, Ferrera, De Justo, Aguado, Escribano,
Román... y Roca Rey.
Solo queda hablar de los toros…
No hay comentarios:
Publicar un comentario