Castella falló a espadas
Madrid. Plaza de Las Ventas. Jueves 24 de mayo de 2012. Decimoquinta de feria. Tarde calurosa con casi lleno. Cuatro toros de Núñez del Cuvillo, bien aunque desigualmente presentados y nobles en distintos grados de fuerza. Poca el primero. Por devolución del segundo por muy flojo, se lidió un sobrero de Carmen Segovia, parado. Tampoco sobrado de fuerza. Excelente para la muleta el cuarto. Manejable sin raza ni clase el quinto. Devuelto el sexto por feo y muy débil, se corrió un sobrero de Salvador Domecq que resultó muy complicado. Sebastián Castella (turquesa y oro): Estocada baja, silencio. Media trasera que escupe y otra casi igual que se ahondó, petición insuficiente y gran ovación negándose a dar la vuelta al ruedo. Daniel Luque (fuscia y oro): Pinchazo y estocada trasera, silencio. Estocada corta y descabello, silencio. Diego Silveti que confirmó su alternativa (blanco y oro): Dos pinchazos y media estocada, palmas. Estocada, silencio.
.En un gesto que honra al diestro francés que, digan lo que digan, sabía perfectamente lo necesitado que está de triunfar con fuerza en Madrid, decidió comparecer en su tercera cita contra el criterio de los médicos. Sobre todo por ser todavía muy joven y con años por delante. Ayer también le acompañó la suerte con el único toro de Núñez del Cuvillo que dio el juego ansiado. El cuarto, un toro de excelente condición para la muleta. Castella hizo su faena más característica, pero falló a espadas perdiendo una oreja que le hubiera venido de perlas. Sus compañeros de terna, Daniel Luque y Diego Silveti, no tuvieron igual oportunidad.
Castella fue aplaudido al salir del burladero para lidiar el segundo toro que no gustó a los de siempre por terciado y por muy flojo. Fue devuelto y reemplazado por un sobrero de Carmen Segovia al que Castella lanceó con limpieza en su recibo. Del primer puyazo quedó sosito y tardo como ve vio en el quite por chicuelinas de Castella. Y del segundo, casi parado. Fue imposible ligarle dos pases seguidos. Bastante hizo Castella con intentarlo y, encima, con el sujeto que le estuvo molestando continuamente.
Al intentar llevar al caballo al cuarto toro, Castella fue zarandeado en un inesperado derrote. Este toro tampoco pareció bueno desde que salió. Pero Castella algo le vio porque lo brindó e hizo una faena muy de su corte con pases cambiados en los medios y tersos redondos ligados con total quietud. No fue igual por el izquierdo y continuó por el mejor lado, recreadas las tantas con intensidad y mejoradas de nuevo al natural con los consiguientes parones. No le importó que sonara un aviso y siguió por ayudados hasta matar de media estocada trasera que el toro escupió, obligando al torero a repetir otra agresión parecida aunque en esta quedó clavado el estoque. Perdió una merecida oreja.
Preconcebidas las protestas al tercer toro, con mucha cara y algo escurrido pero sobrado. Otra tarde reventada por el 7 como las demás figuras. Otra cosa es que no le sobrara fuerza. Entre pitos y palmas de tango se lidió. Daniel Luque también tuvo que soportar a los gritones mientras trató de llevarlo en una faena que resultó obligadamente discontinua y sin ningún relieve que terminó cortando por lo sano.
Con buenas verónicas saludó Luque al noble aunque apagadito quinto. Manso en varas, venido a menos en banderillas y sin clase en la muleta. Luque lo toreó reunido con la derecha y separado al natural sin que la faena pudiera tomar altos vuelos por mucho que la prolongó con la gente cansada y aburrida.
No precisamente cómodo de cara fue el toro de la confirmación de alternativa de Diego Silveti, tan suelto de salida como noble. Romaneó en el primer puyazo y del esfuerzo salió doblando las manos desriñonado. Firme y templado fue el quite por gaoneras de Silveti. Como también sus primeros muletazos por alto con la derecha y en redondo. Y, en seguida, dos excelentes naturales. Lástima que el noble Cuvillo quedara limitado de fuerza. Volvió a derechas para redondear, pero el toro acusó de nuevo su debilidad. Terminó con manoletinas, trincherazo, desdén y falló a espadas. No obstante, causó muy buena impresión. Pero con el sexto no tuvo suerte.
Devuelto el más feo y flojo de la ganadería titular, Silveti afrontó un sobrero de Salvador Domecq que empujó al caballo con la cara muy alta y queriéndose quitar el palo, quedando bastante entero y díscolo. Brindó para agradar al público una faena forzosamente movida y sin poder controlar a su enemigo que incluso le desarmó al dar un natural. Tampoco fue fácil entrarlo a matar, pero Silveti lo hizo con decisión y pronta oportunidad de efectiva estocada.
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