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lunes, 14 de mayo de 2012
El Juli, en su laberinto
Por Carlos Crivell
Dicen que Julián anda enfadado. Es posible. Y que quiere demostrar en los ruedos que es un torero necesario en todas las ferias. Nadie lo duda. A estas alturas, El Juli es un matador bien definido.
La faena de Jerez al cuarto de Núñez del Cuvillo marca un más allá en su tauromaquia. Nunca se sabrá si el toro fue muy bueno o es que la muleta del madrileño logró que pareciera infinitamente mejor. O ambas cosas. Al principio, El Juli bajó mucho la muleta para llevar obligado y toreado al animal en tandas por ambos pitones. Crecido el torero, afianzado el de Cuvillo, la sinfonía prosiguió por cauces de toreo cada vez más rotundo, porque rotundo fue la manera de recoger al toro para ligar cada muletazo, la firmeza de plantas del diestro, el perfecto juego de brazos y, por qué no decirlo, la prepotencia del toreo sobre la escena. Allí mandaba El Juli. Faena de impresión para todos; para el más entendido y para el menos docto en asuntos taurinos. El de Cuvillo, incierto y sin fijeza en los primeros tercios, acabó embistiendo tanto que se llegó a pedir el indulto. El fino hace estragos en el tendido jerezano. El mal presidente de esta plaza no picó el anzuelo. El Juli esperó pero se percató de que no llegaría el perdón. Aseguró con una estocada trasera y paseó las orejas y el rabo. Eran sus poderes. El grito de que hay que contar con él en todas las plazas.
¿Necesita El Juli de estas actuaciones para afianzar su sitio en el toreo? La Fiesta siempre está necesitada de tardes para el recuerdo. Pero El Juli quiere levantar la voz y que le oigan. Tiene dos escenarios. La plaza, por un lado. Pero eso mismo debe hacerlo es plazas donde salga un toro de mayor presencia. Debe hacerlo en cosos de respeto. ¿Hay cosos de respeto en España? Los hay. Madrid, Sevilla, Valencia, Bilbao, Pamplona, Zaragoza, Córdoba, Málaga, Logroño y algunos más son de respeto. El otro escenario, más enrevesado y confuso, es el de los despachos.
Dirá el torero que en algunos sitios no le han dejado torear. Esa es otra cuestión. Los matadores están para torear. El Juli debe recapacitar si ha merecido la pena su reacción ante las empresas. En el mundo del toro tiene colgado el "sambenito" de que por sí mismo es poco taquillero. Sus compañeros –Manzanares, Morante, El Fandi, Talavante – han seguido toreando. Con Perera y Jiménez, ha sido el castigado. ¿Ha merecido la pena? ¿Cree que por tardes como las de Jerez le van a levantar el castigo si no hay un giro en su postura anterior? Lo debe pensar. Debe estar en las plazas, en todas, y con muchas tardes como la de Jerez, aunque si es posible con toros más serios para demostrar sus poderes. Así podrá salir de su laberinto.
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