José Tomás no vuelve, porque no se había ido. Esto no es un regreso, sino una reanudación, lo que viene después de los puntos suspensivos de "continuará...". El anuncio de hoy es la página siguiente al extraño sabor de boca que nos dejó su monumental faena al penúltimo toro de Cataluña, allá por septiembre. Qué poco ha llovido desde entonces.
El 25 de junio, en Badajoz, con Juan José Padilla y El Juli y ante toros de Garcigrande, es el día en el que José Tomás no vuelve. Lo que vuelve es la sublimación de la forma, que en el arte es el fondo, como nos recordó el diestro en su memorable discurso del Paquiro. Las que vuelven son las pisadas por "el terreno de la libertad". Vuelve el leve cuerpo del dios de piedra de Galapagar, con la sangre a punto y los talones atornillados al rompeolas de su ética. Vuelve el toreo, su toreo, poniendo la vida en juego "a cambio de más vida todavía", la que le regalan los toros con la posibilidad de templar sus embestidas "despacito".
Vuelve el tiempo que nos queda por delante en este 2012 incierto. Como en los estertores tauricidas de Cataluña, en las ausencias de JT se mezclan las dudas y las esperanzas. La percepción muta. En los últimos diez días, desde que surgieron los rumores que apuntaban a Badajoz, a Garcigrande y a El Juli, el tiempo se estiró como un chicle, con el feliz paréntesis del emotivo diálogo con 'Navegante' en el Palacio de la Bolsa de Madrid, cementerio siempre vacío y hueco de nuestras penurias que por un día tuvo eco de sonrisas.
Vuelve la competencia entre el torero más importante de esta época, José Tomás, y la primerísima figura del escalafón, El Juli. Espadas en alto. A rebufo del diestro de Galapagar, Julián López se reivindica como el torero antisistema que nunca fue y que ahora se ha visto obligado a intentar ser. Diestro casi infalible y supremo lidiador, El Juli quiere ser polizón en el verso suelto de José Tomás. Él puede. Y generoso Tomás, que se une a quien en su día no abrazó su causa. Bonito cartel para subirse en marcha a una temporada que avanza al ralentí. A falta de un mano a mano, el broche épico lo pone el redivivo Padilla, otro torero que tampoco está de vuelta.
Vuelve el hombre. Vuelve la verdad del toreo despacito, muy despacito. Vuelve el recuerdo de que la muerte forma parte de la vida que somos. Pero José Tomás no vuelve. Volvemos nosotros a él.
pOR jUANMA lAMET.
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