El torero Ignació Sánchez Mejías llora la muerte de Joselito en la enfermería de la plaza de toros de Talavera de la Reina (Toledo) el 16 de mayo de 1920.
Fue reproducida por primera vez en la revista Mundo Gráfico el 19 de mayo y firmada por Campúa (seudónimo de José Demaría Vázquez). Más tarde, apareció impresa en el libro Joselito, que se editó ese mismo año, escrito por El Caballero Audaz con imágenes del mismo Campúa. Fotografía: Archivo Campúa.
Es una de las imágenes más emblemáticas de la historia de la fotografía taurina y, quizá también, una de las más dramáticas, aunque la escena no se desarrolle en un ruedo. El torero Ignacio Sánchez Mejías, inclinado sobre el cuerpo sin vida de Joselito, apoya su mano derecha en la cabeza del diestro sevillano muerto de una cornada horas antes en la plaza de Talavera de la Reina, y con la izquierda sujeta su desconsuelo.
La firma de esta fotografía también ha padecido una auténtica desventura. Atribuida en ocasiones al fotógrafo Baldomero, y en otras no aparece reseñada, reproducida en incontables ocasiones, la instantánea fue realizada por José Demaría Vázquez, Campúa, y fue publicada por primera vez en la revista Mundo Gráfico el 19 de mayo de 1920, tres días después del fallecimiento de Gallito.
El argumento de este texto es averiguar qué produjo este desconcierto.
La incertidumbre surgió con la elaboración del artículo para este soporte digital y en el que se relataban las horas trascurridas en el último día de la vida de Joselito, la efeméride más recordada en la memoria de los aficionados y en la historia taurómaca. La imagen tomada en la enfermería de la plaza de toros de Talavera de la Reina es uno de los momentos imprescindibles en la secuencia de los hechos. ¿Quién hizo esta foto? ¿Quién estaba allí? ¿Quién acertó a plasmar el acontecimiento de mayor trascendencia entonces, y aún hoy, en el mundo de los toros?
El único informador de los hechos fue Gregorio Corrochano, crítico taurino de ABC, que había acompañado a Joselito hasta Talavera por tratarse de un amigo personal del diestro, además de ser el pueblo toledano su lugar de nacimiento. En el encabezamiento de la crónica del día siguiente, 17 de mayo, en la edición de la tarde, el rotativo madrileño aseguraba que era “el único revistero asistente a la corrida”, y el cronista relataba en su narración cómo “desde las dos (de la madrugada), y ya casi sin interrupción, empezaron a llegar automóviles desde Madrid con redactores y fotógrafos de todos o casi todos los periódicos. Todos, sabiendo que había sido el único revistero que asistió a la corrida, me interrogaban con las mismas palabras e igualmente alarmados. ¿Pero qué ha pasado? Ya lo veis –les respondía-. Que a Joselito le ha matado un toro”.
Pero sí hubo un fotógrafo ese día en Talavera. El misterio se desvelaba tres días más tarde en la revista popular Mundo Gráfico, fundada y dirigida por José Demaría López, Campúa, con un módico precio y una tirada que sobrepasaba los cien mil ejemplares. En un amplio reportaje gráfico sobre la muerte del diestro, el traslado del féretro desde Talavera y el recibimiento en la estación madrileña de Delicias, estaba encabezada por esta imagen de los dos toreros, amigos y cuñados; uno muerto y el otro desconsolado. Aparece firmada Campúa, pero no por el director, sino por su hijo, José Demaría Vázquez, que había heredado el sobrenombre y una vocación reportera imposible de “reprimir por el padre”. “Fue un hombre de suerte, y también de riesgo”. Así, describe hoy el bisnieto y nieto de los Campúa, José Fernández Demaría, el don de la oportunidad y la casualidad del hijo del afamado periodista Campúa (por sus reportajes gráficos –tanto en el frente del Rif como por los realizados a la familia real)-, que entonces, con veinte años de edad, estuviera en el momento adecuado y en el lugar preciso. Incluso, imposible de predecir, porque la actuación de Joselito en Talavera se decidió a última hora, pues había estado anunciado en Madrid la tarde del 16 de mayo.
Es cierto, que muchos reporteros gráficos tomaron instantáneas del diestro muerto sobre la camilla y rodeado de su cuadrilla, escena inmortalizada, entre otros, por el hijo del fotógrafo Alfonso, (Alfonso Sánchez Portela, Alfonsito). Sin embargo, el momento descrito en la imagen se produjo mucho antes. Corrochano así lo antepone en la descripción de los hechos: “Y llegó la noche, una noche tristísima, angustiosa, que pasamos a la enfermería mirando a Joselito, alumbrados por unas velas que proyectaban sombras siniestras que se movían. Las cuadrillas, aquellos hombres fuertes y hercúleos hechos a la brega con los toros y a las emociones trágicas, lloraban como niños. Sánchez Mejías no tenía consuelo, y repetía incesantemente: ¡Qué fatalidad, qué fatalidad!”
Fotografía de Campúa publicada en la edición especial del libro escrito por El Caballero Audaz. En el pie se puede leer: “Está amaneciendo… El pueblo de Talavera desfila, conmovido, ante el cadáver del lidiador gallardo, a quien poco antes aclamaba frenéticamente”.
Reportaje de EL PAÍS.
Por PAZ DOMINGO
Única imagen que existe de Joselito en la corrida de Talavera de la Reina donde se produjo la cogida mortal por el toro Bailador. Fue publicada por primera vez en la revista Mundo Gráfico y firmada por Campúa, lo que viene a demostrar que fue el único fótografo que se encontraba en el pueblo manchego la tarde de tan triste recuerdo. Fotografía: Archivo Campúa.
Pero sí hubo un fotógrafo ese día en Talavera. El misterio se desvelaba tres días más tarde en la revista popular Mundo Gráfico, fundada y dirigida por José Demaría López, Campúa, con un módico precio y una tirada que sobrepasaba los cien mil ejemplares. En un amplio reportaje gráfico sobre la muerte del diestro, el traslado del féretro desde Talavera y el recibimiento en la estación madrileña de Delicias, estaba encabezada por esta imagen de los dos toreros, amigos y cuñados; uno muerto y el otro desconsolado. Aparece firmada Campúa, pero no por el director, sino por su hijo, José Demaría Vázquez, que había heredado el sobrenombre y una vocación reportera imposible de “reprimir por el padre”. “Fue un hombre de suerte, y también de riesgo”. Así, describe hoy el bisnieto y nieto de los Campúa, José Fernández Demaría, el don de la oportunidad y la casualidad del hijo del afamado periodista Campúa (por sus reportajes gráficos –tanto en el frente del Rif como por los realizados a la familia real)-, que entonces, con veinte años de edad, estuviera en el momento adecuado y en el lugar preciso. Incluso, imposible de predecir, porque la actuación de Joselito en Talavera se decidió a última hora, pues había estado anunciado en Madrid la tarde del 16 de mayo.Es cierto, que muchos reporteros gráficos tomaron instantáneas del diestro muerto sobre la camilla y rodeado de su cuadrilla, escena inmortalizada, entre otros, por el hijo del fotógrafo Alfonso, (Alfonso Sánchez Portela, Alfonsito). Sin embargo, el momento descrito en la imagen se produjo mucho antes. Corrochano así lo antepone en la descripción de los hechos: “Y llegó la noche, una noche tristísima, angustiosa, que pasamos a la enfermería mirando a Joselito, alumbrados por unas velas que proyectaban sombras siniestras que se movían. Las cuadrillas, aquellos hombres fuertes y hercúleos hechos a la brega con los toros y a las emociones trágicas, lloraban como niños. Sánchez Mejías no tenía consuelo, y repetía incesantemente: ¡Qué fatalidad, qué fatalidad!”
Fotografía de Campúa publicada en la edición especial del libro escrito por El Caballero Audaz. En el pie se puede leer: “Está amaneciendo… El pueblo de Talavera desfila, conmovido, ante el cadáver del lidiador gallardo, a quien poco antes aclamaba frenéticamente”.
Reportaje de EL PAÍS.
Por PAZ DOMINGO
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