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martes, 11 de febrero de 2014

Vivir es fácil

Talavante, por ejemplo, va a comprobar en sus carnes que vivir era fácil cuando tenía los ojos cerrados. Ahora los va a abrir porque siente bofetadas que no sentía cuando disfrutaba del manto protector de  Choperita y su compañero-socio-colaborador Matilla.
 De hecho, Talavante ya debe de haber abierto los ojos porque no va a estar ni en Valencia, ni en Sevilla. 
Y en Madrid, pese a ser el único triunfador del año pasado y de otros recientes, han llamado y contratado a otros muchos antes que a él. Vivir, para Tala, era tarea fácil.
 Era como el retozar del niño con el correpasillos. Cuando Tala abra los ojos y vea las guadañas levantadas de los mismos que antes reían porque le cobraban comisiones millonarias sentirá que la vida puede convertirse en un valle de lágrimas. De hecho, Alejandro ya ha mostrado por México un corte distinto, torero, más comprometido con la planta asentada que con el fuego artificial de la fantasía, más comprometido con el oro de verdad que con la mentirosa bisutería. Hace bien en agarrarse a la verdad porque los maestros de la mentira le tienen diseñadas curvas.
Vivir es fácil si vives con los ojos cerrados.
 Si sigues la dirección del rebaño, si vas donde dicen que hay que ir sin mirar, sin ver, sin pensar. Vivir es fácil si no quieres cambiar nada porque crees que todo está pero sigues viviendo bien.
Vivir con los ojos cerrados es tan fácil como insultar al que viene en dirección contraria sin pensar hacia dónde va. Vivir con los ojos abiertos es más complicado, porque ves que en Sevilla hay un problema. ¡Ay de ti que abriste los ojos, que viste el problema y quisiste poner remedio! ¡Ay de ti, con lo bien que vivías ciego!
Hay que ser optimista y eso es fácil si no abres los ojos, si te dejas llevar por la corriente del río crecido con estas lluvias. Lo jodido está en querer nadar en la contra de la corriente. Por ejemplo, uno que viene nadando a la contra de la corriente es Juan del Álamo, que dice que no a los de Fuente Ymbro en la Feria de Fallas. Ole ahí sus pelés. Lo llaman loco y creído, que quién se piensa este que es.
 Y lo llaman así los mismos que le dicen a las figuras que no abren huecos. Oigan, que Juan del Álamo dice que no a que el sistema siga como está y quiere cambiarlo desde la humildad, sin atajos, con su garra, su espada y su muleta. Para ello se sacrifica y apuesta todo a la grandeza.
 Si Juan del Álamo viviera con los ojos cerrados lo tendría más fácil porque habría firmado Fallas, habría toreado por los mínimos, habría medio triunfado en una plaza medio llena y medio tendría la puerta abierta a volver en la medianía el año venidero, a poder ser apoderado por uno de los que coleguean con el sistema imperante. 
Vamos, que ha dicho no a vivir en la mediocridad y es posible que consiga todo e incluso más posible que no logre nada.
 Pero le critican porque ha escogido vivir con los ojos abiertos.
Vivir es fácil con los ojos cerrados. Pero es mucho más intenso, comprometido y verdadero vivir con los cinco sentidos bien despiertos. Elijan.

Por Javier Hernández / Extracto Post  - Cuadernos de Tauromaquia.

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