Un adiós que sin duda debe entristecer a los aficionados, pero que no deja de formar parte de los nuevos tiempos que vive la ganadería de bravo.
Con buen acierto, en la crónica de este festejo Carlos Crivell escribe: "en la noche del jueves se puso fin a una historia bonita. De momento, Guardiola es historia". Reproducimos aquí los fragmentos de esa crónica referidos a la ganadería.
Ya con el encaste de Villamarta, ya con el de Pedrajas, en la memoria de los buenos aficionados quedaron fechas en la que esta ganadería demostró que era santo y seña de la bravura.
En Sevilla, en los famosos lunes mal llamados de resaca, la cita era para ver a los toros de Guardiola, antes los de Villamarta, para después disfrutar con toros como aquel Topinero que cuajó Tomás Campuzano. Ayer se puesto un punto y aparte a esta historia. En El Toruño quedan algunas vacas. Esperemos que no sea un punto y final.
Jaime Guardiola puede estar contento. Por el albero sevillano se exhibieron los bragaos, meanos, girones, coleteros, calceteros y fajados típicos del encaste Villamarta. Algunos fueron mansos; en general se dejaron torear, sobre todos el tercero, quinto y sexto. Fue un adiós más que digno.
Lo dicho, en la noche del jueves se puso fin a una historia bonita. De momento, Guardiola es historia.
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