La sobriedad y el sabor castellano de este torero, considerado digno sucesor de la tauromaquia representada por Domingo Ortega, por su toreo inspirado en el valor, en el dominio y en la sinceridad, le hicieron ganarse la consideración y el reconocimiento de torero "de Madrid".
Nueve salidas a hombros como matador de toros, además de una de novillero, cincuenta corridas toreadas y treinta y nueve orejas cortadas, es el soberbio palmarés que presenta Gregorio en Las Ventas, donde gozó de enorme cartel y en la que figura a la cabeza de un cuadro de honor en el que sólo le preceden Camino, Bienvenida y El Viti.
Gregorio Sánchez tuvo una vocación por el toreo algo tardía, de ahí que hiciera su primer paseíllo en la plaza madrileña ya maduro, con 27 años de edad, y como novillero ya obtuvo un sonado triunfo en la tarde de su despedida del escalafón inferior.
Gregorio consiguió sus mayores éxitos venteños en corridas benéficas, como en 1957, con dos Puertas Grandes consecutivas de cuatro y tres orejas en las corridas de la Policía y de la Prensa, respectivamente o en 1960, volviendo a triunfar con fuerza en las extraordinarias de la Prensa y del Montepío de Toreros.
El 30 de septiembre de 1973, Gregorio se despidió del toreo en Las Ventas enfrentándose en solitario a una corrida de Aleas, la divisa colmenareña de la que se decía "los aleas, ni los veas". Tarde ventosa en la que se llenó la plaza pero no hubo suerte y el público, implacable, le trató con una dureza nada acorde con el historial conseguido en esta plaza. El mismo año de su adiós, recibió la Cruz de Beneficencia por su desinteresada participación en numerosas ocasiones y sus gestiones en pro del Montepío de Toreros, del que fue presidente durante muchos años.
Muchos de estos toreros, además de ganaderos, periodistas y aficionados se sumaron con su firma a la petición del homenaje pendiente y que por fin se saldó en San Isidro del pasado 2016, con el descubrimiento de un azulejo en los pasillos de Las Ventas y que vino a poner las cosas en su sitio sobre quien se dijo, en aquella inolvidable mañana venteña: "A la Fiesta le hacen falta muchos Gregorio Sánchez".

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