EN LA MUERTE DE IVÁN
Por Barquerito.
LOS AÑOS DE gloria mayor de Iván Fandiño fueron tres: 2011, cuando las cuatro tardes en las Ventas, y triunfales las cuatro; 2012 y 2013, cuando fue reconocido con la Oreja de Oro que los jurados de Radio Nacional de España otorgan al triunfador de la temporada. Antes de 2011, la pelea para hacerse hueco en el mundo del toro fue pareja a la ambición.
El paso efímero por la escuela taurina de Valencia o la formación práctica en la escuela informal de la plaza del Pino de Sanlúcar de Barrameda no dejaron en el sentido del toreo de Iván tanto poso ni tanta huella como la experiencia adquirida en el toreo popular de supervivencia, el de las capeas, que aporta recursos y reflejos. Es decir, una base técnica muy distinta de la teórica que se enseña en los tentaderos de escuela. En sus tres temporadas de gloria mayor, esa técnica se había destilado y decantado tanto que apenas se reconocía. No había dejado resabios.
Serio, grave y formal, incluso en los alardes –los recibos a porta gayola, las estocadas sin muleta- Iván se había convertido en un torero muy poderoso. Dominador de muchos palos: con la capa, el toreo de brega -notable lidiador- y el otro también, la verónica pura, y suertes menores pero no sencillas. Una chicuelina de tremendo aplomo y severo ajuste, por ejemplo. O la gaonera temeraria al modo de José Tomás, impasible la reunión, casi floreada la solución.
El 18 de mayo, la corrida de Parladé, el hierro con el que cuajó en el San Isidro de 2013 la faena de su vida –y la más grave cornada de su carrera al tirarse con la espada con todo-, salió al revés de lo esperado. Un gigantesco sobrero de El Montecillo con aire de toro corraleado no dejó a Iván más solución que ir por la espada y atravesarlo. Y, en fin, su hermosa faena al quinto toro de José Luis Pereda el lunes 29 de mayo no tuvo apenas reconocimiento. Se había quedado fuera de los carteles de Pamplona, Bayona y Dax, tres plazas en las que llevaba siendo fijo desde el comienzo de la década.
Un total de treinta tardes en las Ventas desde su confirmación de alternativa en 2009 y un balance de resultados notables, dan idea del relieve de Iván Fandiño, que fue torero protagonista y base de la programación taurina de Madrid en sus años de gloria, en San Isidro, en la feria de Otoño también.
En la apertura de curso de 2015 cuando se anunció cómo único espada en corrida de seis hierros distintos, todos con sello de difíciles. Las corridas de único espada –en Madrid, en Valencia, en Bilbao- las vivió Fandiño como grandes desafíos o apuestas. No le acompañó la fortuna en ninguna de ellas.
Fue, en cambio, con toros de Jandilla, Torrestrella o Parladé, en corridas de terna, en Bilbao, Pamplona o Madrid, donde Fandiño dio la dimensión profunda de su talla. Su imagen de torero singular, que, de un día para otro, ha entrado en la historia del toreo.

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