Todos hemos oído hablar alguna vez del Día de la Marmota.
Además, hace nada que se celebró esta peculiar y simpática tradición de los granjeros norteamericanos para predecir el final del invierno, basados en el comportamiento de mencionado animal cuando sale de hibernar. Todos los años la misma historia. Repetitiva. Insistente. Reiterativa. Reincidente. Monótona.
Y, con todo ello, muy pesado. Una situación que se refleja muy bien en la película Atrapado en el tiempo, esa particular pesadilla que le tocaba vivir a Bill Murray en un bucle temporal en el que todas las mañanas eran 2 de febrero, Día de la Marmota.
Tanto es así, que en el acervo popular se utiliza esa expresión cuando se quiere hacer referencia a algo que se repite en el tiempo una y otra vez. Sin ningún atisbo de cambio, ni para bien ni para mal. Para el mundo del toro viene a pelo.
La Feria de Fallas y la Feria de Abril ya tienen combinaciones oficiales.
Dos ciclos de primera categoría que deberían ser punta de lanza. Y conjugó bien, en condicional. Deberían, porque no lo son. De hecho, siguiendo el dicho del simpático animalito, son dos ferias de la marmota. Una serie de combinaciones repetitivas, previsibles y monótonas, que salvo algunos cambios de un ramillete de toreros contados, son las mismas que hace unos años. Les invito a que hagan la prueba.

No aportan prácticamente nada. No tienen casi alicientes. No tienen ese cartel soñado que invite a hacer kilómetros y a gastar dinero en entradas.
Son carteles al uso, de esos que se pueden hacer en diez minutos y con tres llamadas.
Y más con los evidentes cambios de cromos e intereses cruzados que emanan de las alianzas que se producen entre las grandes empresas que las organizan.
Pero nada, sigan a lo suyo. Sin miramientos.
El año que viene volverá a salir la marmota.
Por Leo Cortijo.
http://www.porelpitonderecho.com
1 comentario:
JAJAJAJA, QUE COINCIDENCIA TÍO!!!! (Ironía modo on)
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