Afortunado en el sorteo, aupado por un fervor incondicional, entregado y
hasta roto, el torero de Lorca encuentra recompensa generosa con el
lote mejor de la feria
Madrid. 33ª de San Isidro. Corrida de la Cultura.
Primaveral. No hay
billetes. 23.640 almas. Dos horas y veinte minutos de función. Se
intercambió el turno de salida de quinto y sexto por estar siendo Ureña
atendido en la enfermería.
Seis toros de Victoriano del Río.
Sebastián Castella, silencio tras un aviso y silencio. Paco Ureña,
vuelta al ruedo y dos orejas tras aviso. Roca Rey, silencio tras aviso y
silencio.
Pedro Iturralde picó perfecto al sexto.
Pedro Iturralde picó perfecto al sexto.

Antes de la cogida,
premioso y muy montada la muleta, la deriva de faena era más de emoción
que de pureza. A los diez viajes, estaba la taleguilla tintada de sangre
de toro. Después de la cogida, se desató una pasión contagiosa.
Un
pinchazo sin pasar y perdiendo engaño calmó los ánimos.
Y una estocada.
No cuajó una petición de oreja. Antes de meterse por su propio pie en la
enfermería, Ureña se pegó una clamorosa vuelta al ruedo.
Ese toro
segundo de corrida, bravo en el caballo, se soltó mucho en los primeros
tercios, incluso en un quite de Roca Rey y en el de réplica de Ureña,
pero tuvo en la muleta son del caro. En el arrastre, apenas unas palmas
de quienes lo habían visto y gozado con él.
Mucho más caro fue
todavía el son del que completó lote. Un toro Empanado que, después de
meter a modo los riñones en una primera vara, se salió suelto pero
volvió para cobrar casi al relance un segundo puyazo certero y medido de
Pedro Iturralde. Rico galope en banderillas y, en la misma apertura de
faena, un derroche de calidad y temple.

Ureña lleva tiempo sintiendo en Madrid un amparo sin condiciones ni mayores exigencias, que, tras su infortunio del pasado septiembre en Albacete –pérdida del ojo izquierdo en una cornada-, se ha multiplicado.

La corrida repartió a
capricho la suerte.
Para Roca Rey, el lote más ingrato, con un sexto de
sorteo armado con dos guadañas disparatadas y un tercero, cinqueño, que
huyó de su sombra.

Roca Rey –su tercer no hay billetes de la feria- se sintió medido y no
reconocido. Ni en los momentos en que sujetó las huidas del tercero, de
cuyas embestidas inciertas o acostadas y revueltas hubo de librarse en
pura esgrima. Esa primera faena se vivió con tensión, la más notoria de
la tarde.

Castella, qua ha echado su más oscura
feria en muchos años, no se acopló con el buen cuarto y no se entendió
con el primero hasta muy al final.
Madrid, 15 jun. (COLPISA, Barquerito)
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