El Palermo y Paquili, orejeados en el Día del Trabajo de 1.966
Vicente Parra Roldán
Archivo Manolín Prieto |
Para la fecha del Día del Trabajo del año 1.966, la
empresa Morenito, que regía la plaza de toros de Huelva, organizó una novillada
pro afición con la presencia de cinco jóvenes que soñaban con ser figuras del
toreo. Por aquellas fechas, a los aspirantes a toreros se les ofrecían
oportunidades para mostrar sus cualidades, algo impensable en la actualidad.
El
cartel estuvo conformado por Florencio Pérez “El Onubense”, continuador de una
zaga taurina; Manuel Rodríguez “El Palermo; Francisco Sanpedro “Paquili”, que
iniciaba una familia taurina; Enrique Jara, continuador de la labor de un gran
taurino; y Santi Ortiz, un estudiante que, sin vinculación taurina, llegaría a
ser matador de toros y, en la actualidad, un insigne escritor taurino.
En
los chiqueros, cinco reses del hierro de Juan Tassara Buiza dieron un buen
juego, excepto el que salió en tercer lugar que fue un manso de solemnidad.
Muy
quieto fue el capotear de El Onubense en el que abrió plaza al que logró
sacarle algunos muletazos de calidad antes de fallar estrepitosamente con los
aceros, por lo que recibió un recado presidencial.
Con
soltura se mostró El Palermo tanto con usando el capote como la muleta, recibiendo
algunos sustos durante su actuación, que finalizó con algo de cierto, siéndole
concedida una oreja con la que paseó el ruedo.
El
manso del encierro le correspondió a Paquili que recibió de rodillas y a espaldas a la puerta de chiqueros. Estuvo muy
voluntarioso con un animal que no le acompañó aunque abusara de los pases de
rodillas y aunque no estuvo bien fue con los aceros, cortó una merecida oreja.
Muy
verde se mostró Enrique Jara con su novillo pero se mostró muy voluntarioso y
con muchas ganas pese a los muchos revolcones que recibió durante la lidia,
donde dejó estela de sus deseos. Mató mal y fue avisado.
Santi
Ortiz fue el que ofreció mejores cosas a lo largo de la tarde, manejando
suavemente el capote al torear a la verónica y al usar la muleta cuando
interpretó el toreo al natural. Su triunfo se diluyó por el mal uso de las
espadas y eso que lo intentó con ambas manos. Pese a los numerosos intentos,
los tendidos le pidieron con fuerza la oreja que la presidencia no concedió.
La
plaza registró una buena entrada, con presencia de partidarios de los distintos
diestros, destacando los llegados de Palos de la Frontera para estar con su
paisano. Y, a lo largo del festejo, los espectadores pasaron una tarde
agradable y salieron satisfechos pese a no haber ningún triunfo redondo.
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