Es algo innato en la especie humana ( o inhumana), siempre distinguimos entre la primera, la segunda y la ultima clase...en todo. Hemos sufrido, algunos como amigos, como es mi caso, otros...
Es algo innato en la especie humana (o inhumana), siempre distinguimos entre la primera, la segunda y la ultima clase...en todo. Hemos sufrido, algunos como amigos, como es mi caso, otros como aficionados y todos como personas, la trágica cornada de Juan José Padilla. Los periodistas nos hemos volcado siguiendo su evolución con el profundo deseo de recuperar al torero. Cuando esto se ha producido hemos celebrado todos su reaparición llenando páginas, webs, ondas de radio y televisiones mil. Era lo justo. Viendo como Padilla es el mismo ciclón en el ruedo y apoyado y alentado por su familia el mismo en su vida personal, nos sentimos todos muy felices sobre todo por ver como ha superado secuelas tremendas, tanto psíquicas como fisicas. Celebramos la cantidad de premios y reconocimientos de los que está siendo objeto. Es justo y necesario. Pero la injusticia se produce al poco tiempo.
Ángel Teruel, joven torero, hijo de una figura del toreo, sufrió una cornada en la cara que se la atraviesa de arriba abajo. No tocó el ojo pero estuvo muy cerca. Su recuperación ha sido dolorosa pero salvo la pequeña nota de prensa no hemos ido mas allá. Teruel vuelve a entrenar pero el calvario pasado se lo recordará el surco que le recorre su rostro. Sí, la injusticia es algo innato en la condición... inhumana.
Por Juan Belmonte.
Ángel Teruel, joven torero, hijo de una figura del toreo, sufrió una cornada en la cara que se la atraviesa de arriba abajo. No tocó el ojo pero estuvo muy cerca. Su recuperación ha sido dolorosa pero salvo la pequeña nota de prensa no hemos ido mas allá. Teruel vuelve a entrenar pero el calvario pasado se lo recordará el surco que le recorre su rostro. Sí, la injusticia es algo innato en la condición... inhumana.
Por Juan Belmonte.
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