Y, en fin, el revés de la trama pero su mayor argumento:
el ambiente, que tuvo todas las caras posibles.
Un ambiente vitriólico con Manzanares, a quien fueron a reventar en toda regla, y hasta orquestadamente, porque mientras faenaba con el quinto en dos andanadas se corearon olés extemporáneos de burla.
Hacía mucho que no se humillaba tanto a un torero en Madrid.
No las voces sueltas ni los gritos de castigo del repertorio canónico de las Ventas, sino otra cosa todavía más inhóspita.
El trato fue brutal, pura injuria. La caza y captura de Manzanares.
Manzanares, desventurado en el sorteo, no perdió los nervios, pero no llegó a sujetarlos del todo nunca. Mató por derecho y con verdad.
Las dos estocadas taparon a los dragones la boca.
Madrid, 6 jun. (COLPISA, Barquerito)
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