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viernes, 22 de junio de 2012

Morante borda el toreo... y se enfada con el palco




Alicante. Cuarta de la Feria de Hogueras. Dos tercios de plaza. Toros de Zalduendo desiguales en el juego y la presencia

Morante de la Puebla, ovación tras leve petición y oreja tras fuerte petición de la segunda;
César Jiménez, oreja y silencio;
Alejandro Talavante, ovación tras aviso y silencio.,
Todavía se estaba acomodando el público en sus asientos y Morante de la Puebla ya había mecido su capote al viento para recibir al primero de Zalduendo con primorosos lances y una media torerísima.
Personalidad en el quite por chicuelinas. El toro no dio para demasiadas alegrías en la muleta. Una pena. El sevillano, bien a diestras, rubricó su breve obra con unos toreros doblones antes de dejar la estocada. Valió todo el conjunto la oreja, pero el festivo público alicantino no la pidió mayoritariamente.

Por contra, sí que solicitó las dos tras la excelsa faena al buen toro que hizo cuarto. En un trasteo fundamentado en el pitón derecho, el mejor del zalduendo, el diestro sevillano destapó el tarro de las esencias para torear como solo torean los elegidos.

Despaciosidad, ritmo, compás? Morante hizo el toreo para epilogar su labor con unos muletazos por bajo monumentales. Mató de media estocada que sirvió.
El presidente solo concedió una oreja y el torero sevillano, tras rechazar la casquería, se puso unas gafas que posteriormente lanzó hacia él en señal de protesta. Genio y figura.

La mayor virtud de la faena de César Jiménez al segundo del festejo fue la continuidad y ligazón que tuvo todo cuanto hizo ante un toro noble pero que no acabó de transmitir en las telas.
Puso el madrileño lo que le faltaba al astado para cuajar muletazos de entidad por ambos pitones. La estocada cayó baja, pero no fue un impedimento para acabar paseando la oreja.
El mismo premio perdió con el descabello tras pasaportar al deslucido quinto, al que había templado bien con la capa y al que con la muleta sometió sobre todo a diestras en una faena que acabó de rodillas más de cara a la galería.

Alejandro Talavante llegaba a la Feria de Hogueras para sustituir a El Juli. Poco que hacer frente a su manso y huidizo primero, frente al que lo intentó en terrenos de chiqueros para acabar malogrando el esfuerzo, mediante el que robó muletazos de cierto mérito, con los aceros.
Frente al sexto, desclasado y lanzando derrotes, el diestro extremeño brindó al público y mostró tesón y la variedad de su repertorio, pero el lucimiento no alcanzó cotas elevadas, sobre todo por los continuos enganchones. EFE


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