En un planteamiento bastante realista, dadas las condiciones en las que discurre la actual temporada, todo lleva a pensar que la temporada de José Tomás se compondrá, muy probablemente, de no más de cinco tardes.
Tras la corrida del próximo lunes en Badajoz, para la que aún está pendiente la presencia de El Juli, toreará mano a mano con Morante en Huelva y matará en solitario seis toros en Nimes, en su feria de la Vendimia.
Si, finalmente, decide ampliar el número, sería en las plazas de Linares y Valladolid.
Como es evidente, ofertas tenía muchas más. Pero todo lleva a pensar que el torero de Galapagar no le interesa ampliar su número de actuaciones, sino mantenerse en activo con un contado número de actuaciones, todas ellas con vitola de acontecimiento.
Si las cosas discurrieran así, se trataría de una estrategia bastante inteligente a tenor de cómo va discurriendo la temporada.
No se puede olvidar que se atraviesa un año con demasiadas convulsiones internas, en un momento bajísimo para la generalidad de las ganaderías --en especial, cuando se trata de buscar toros adecuados para plazas de mucho compromiso-- con una profunda crisis en las taquillas.
Como de esa situación no se va a salir a plazo corto, porque primero es replantearse la realidad económica y social de la Fiesta, hasta redimensionarla de acuerdo con sus posibilidades reales. Cuando los empresarios se ven forzados a reducir el número de espectáculos incluso en ciclos feriados --Bilbao y Pamplona, son casos aparte--; cuando los festejos aislados, incluso con figuras, registran entradas pobrísima; cuando las pretensiones económicas de unos y otros no se pueden absorber con los ingresos que se generan; cuando, en fin, se aclare el ambiente enrarecido de las relaciones de unos y otros, no es el momento para un torero como José Tomás.
No porque no se atreva a afrontar este cúmulo de circunstancias, sino sencillamente porque su planteamiento profesional no puede encajar ni con calzador en ese puzle. Incluso, no es aventurado pensar que su presencia más asidua en los carteles no haría sino encubrir una situación que cada día es más insostenible por parte de todos: desde las Administraciones públicas al último profesional.
Con lo cual, su presencia en una feria puede que arregle un abono determinado, pero con eso no se solucionan los problemas: se pone un parche ocasional. Y no es un caso exclusivo de José Tomas. Ni la vida profesional por libre de Enrique Ponce, El Juli o de Perera está teniendo los efectos previstos, ni el entreguismo del resto de las figuras a los que dispongan los organizadores viene resolviendo la situación.
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