En esta desdichada feria de Sevilla pasamos del esperpento a la chotada, y no hay gran distancia, en todo caso la que va de una tarde vergonzosa a otra de calma chicha, de bochorno y silencios cómplices. Nadie, excepto un grupo de aficionaos de la sombra alta del 8, dijo ni pío ante los chotos de Garcigrande, ante su falta de trapío, por mucho que en la mentirosa tablilla aparecieran esos kilos que no se notaban, ante su invalidez y su borrego comportamiento.
En todo caso los silencios de la Maestranza, tan religiosamente sagrados, se convierten con frecuencia en pecado de complicidades.
Mientras Daniel Luque intentaba tapar a un tullido la gente hasta le coreaba aquel simulacro de faena, sin importarle a nadie el inválido que tenía enfrente. Luque hasta quiso lucirse en esos cambios de mano que son de su cosecha y en una de esas el inválido le propinó una voltereta y parece que se llevó un puntazo. El quinto fue un manso solemne, sin remedio.
Ante la chotuna embestida del cuarto ejemplar El Cid tiró de pico y derechazos, en una faena de retazos, algunos con su sello de gran muletero venido a menos y otros con más destemple que tersura. Se afanó Manuel y le echó ganas a su labor para cosechar una vuelta al ruedo de poca monta.
El mexicano Arturo Saldívar, con la mente en blanco y el corazón helado, no aprovechó el buen pitón derecho del choto lidiado en tercer lugar y se estrelló contra la mansedumbre del sexto. De Sevilla se va como llegó: inédito.
Sevilla, miércoles 7 de mayo de 2014. Toros de Jandilla (1º), Garcigrande (3º, 5º y 6º) y Domingo Hernández (2º y 4º), bien presentados, nobles aunque justos de raza en líneas generales. El Cid: Silencio y vuelta al ruedo; Daniel Luque: Ovación con saludos y silencio; Arturo Saldívar: Silencio en ambos. Entrada. Algo más de media plaza. Saludó tras banderillear al segundo Abraham Neiro y Alcalareño tras hacer lo propio en el cuarto, en el que también destacó picando Juan Bernal.
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