Cinco años sin toros. Barcelona cumple, este 28 de julio, cinco campañas sin que se reavive su afición porque una decisión totalitaria, antipopular y, sobre todo, demagógica cambió el juego democrático en la ciudad para siempre.
Fue un atentado en toda regla contra una ciudad que durante siglos había hecho gala de su afición a los toros, una afición esfumada entre la contrariedad animalista en medio de la sociedad y la sinrazón de muchos de sus carteles de temporada. Barcelona se fue, pero no lo hizo para siempre.
Fue un atentado en toda regla contra una ciudad que durante siglos había hecho gala de su afición a los toros, una afición esfumada entre la contrariedad animalista en medio de la sociedad y la sinrazón de muchos de sus carteles de temporada. Barcelona se fue, pero no lo hizo para siempre.
Cuatro años y nueve meses de nuestras vidas son los que llevamos esperando la ansiada decisión que, dado las idas y venidas judiciales que el sur europeo lleva consigo en su enrevesada burocracia, ahora está más cerca que nunca. Esperemos que no sea vana sentencia la de un Tribunal Constitucional en el que está esperanzado un sector al que, desgraciadamente, ya se la ha olvidado Barcelona.
Y tengan claro que van directa y violentamente contra el toreo...
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