Una excelente y diversa corrida de Victoriano del Río permitió levantar
el tono de este abono bilbaíno. Hubo de ese toreo soñado, pero hubo
también el ejercicio de firmeza que exigen algunos toros. La tarde se la
llevó por delante un José María Manzanares, muy entregado siempre, que
no perdió ocasión de enseñar su concepción del toreo. Una por su poder,
otra por la suavidad de su muleta. Pero también "El Juli", que había
estado exquisito con su blando primero, le pudo con torería al áspero
5º. Y Ferrera con sus detalles, se ha convertido en apuesta segura.
BILBAO.
Cuarta de las Corridas Generales. Casi dos tercios de entrada. Toros de
Victoriano del Río --3º y 5º con el hierro de Toros de Cortés--, bien
presentados y de juego interesante; con gran calidad 3º y 6º;
manejables 1º y sobre todo el 2º; con más poder y complicaciones 4º y
5º. Antonio Ferrera (de azul Bilbao y oro), silencio y silencio tras un
aviso. Julián López “El Juli” (de verde hoja y oro), ovación y una
oreja. José Mª Manzanares (de grana y oro), una oreja y una oreja con
petición de la segunda.
No
ha sido como para salir de Vista Alegre toreando por las calles. Pero
sí para saborear en el recuerdo las muchas cosas buenas que se vieron en
esta 4ª del abono. Y además por dos palos muy distintos, el de la
dulzura alada y el del poder de la muleta.
Y
es que Victoriano del Río ha lidiado este miércoles el toro más
completo que se ha visto en lo que va de ciclo. Llevaba por nombre
“Ruiseñor”, dentro tenía mucha fijeza y casta, siempre con el morro por
la arena, vendiendo cara su muerte; con toda razón, se le dio la vuelta
al ruedo. Pero de la dehesa de Guadalix de la Sierra vino una corrida
notable y diversa, porque los hubo con una bondad almibarada, tal que 2º
y 3º, con los se podía soñar el toreo; junto a otros dos, como 4º y
5º, con ese poder que exige de mucha firmeza.
Con
ella José María Manzanares tuvo una de sus mejores tardes en Bilbao. A
su muy noble primero, más que torearlo lo acarició sobre ambas manos,
en series templadas y tan llenas de suavidad que consiguió mantenerlo en
pie. Ni un tirón, ni una duda. Frente al 6º sacó la raza y la vibración
que exigía su oponente. Faena toda ella sobre la mano derecha y muy en
los medios, llevan a su enemigo con largura. ¿Faltó intentarlo con la
izquierda? Según y como, porque quien estaba metido en la faena sabía
que ese pitón aportaría poco o nada a la faena. A los dos los mató
recibiendo. Quizás cayó un poco baja la espada en el caso del 6º, que
debió ser la causa por la que el Palco no quiso sacer el segundo
pañuelo.
Que
“El Juli” tiene el toreo en la cabeza resulta a estas alturas una
obviedad. Con su primero, dulcísimo y blando enemigo, sacó a relucir su
concepción de las suertes, con cuatro pases de pecho que eran cuatro
carteles. Todo para paladares finos. Le plantó cara al 5º, con mucho más
poder, y otra vez el madrileño dejó sentado su capacidad para meter en
los engaños a este tipo de toros.
Poca
suerte en sorteo tuvo Antonio Ferrera. Con todo, sus detalles toreros
--unos de arte, otros de capacidad en la lidia-- resultan una delicia de
presenciar. Incluso cuando no tiene un triunfo rotundo, siempre regala
momentos de importancia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario