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miércoles, 21 de agosto de 2019

Cuarta de las Corridas Generales

Una excelente y diversa corrida de Victoriano del Río permitió levantar el tono de este abono bilbaíno. Hubo de ese toreo soñado, pero hubo también el ejercicio de firmeza que exigen algunos toros. La tarde se la llevó por delante un José María Manzanares, muy entregado siempre, que no perdió ocasión de enseñar su concepción del toreo. Una por su poder, otra por la suavidad de su muleta. Pero también "El Juli", que había estado exquisito con su blando primero, le pudo con torería al áspero 5º. Y Ferrera con sus detalles, se ha convertido en apuesta segura. 

BILBAO. Cuarta de las Corridas Generales. Casi dos tercios de entrada. Toros de Victoriano del Río --3º y 5º con el hierro de Toros de Cortés--, bien presentados y de juego interesante; con gran calidad 3º y 6º; manejables  1º y sobre todo el 2º; con más poder y complicaciones 4º y 5º. Antonio Ferrera (de azul Bilbao y oro), silencio y silencio tras un aviso. Julián López “El Juli” (de verde hoja y oro), ovación y una oreja. José Mª Manzanares (de grana y oro), una oreja y una oreja con petición de la segunda.


No ha sido como para salir de Vista Alegre toreando por las calles. Pero sí para saborear en el recuerdo las muchas cosas buenas que se vieron en esta 4ª del abono. Y además por dos palos muy distintos, el de la dulzura alada y el del poder de la muleta.

Y es que Victoriano del Río ha lidiado este miércoles el toro más completo que se ha visto en lo que va de ciclo. Llevaba por nombre “Ruiseñor”, dentro tenía mucha fijeza y casta, siempre con el morro por la arena, vendiendo cara su muerte; con toda razón, se le dio la vuelta al ruedo. Pero de la dehesa de Guadalix de la Sierra vino una corrida notable y diversa, porque los hubo con una bondad almibarada, tal que 2º y 3º, con los se podía soñar el toreo;  junto a otros dos, como 4º y 5º, con ese poder que exige de mucha firmeza.

Con ella José María Manzanares tuvo una de sus mejores tardes  en Bilbao. A su muy noble primero, más que torearlo lo acarició sobre ambas manos, en series templadas y tan llenas de suavidad que consiguió mantenerlo en pie. Ni un tirón, ni una duda. Frente al 6º sacó la raza y la vibración que exigía su oponente. Faena toda ella sobre la mano derecha y muy en los medios, llevan a su enemigo con largura. ¿Faltó intentarlo con la izquierda? Según y como, porque quien estaba metido en la faena sabía que ese pitón aportaría poco o nada a la faena. A los dos los mató recibiendo. Quizás cayó un poco baja la espada en el caso del 6º, que debió ser la causa por la que el Palco no quiso sacer el segundo pañuelo.

Que “El Juli” tiene el toreo en la cabeza resulta a estas alturas una obviedad. Con su primero, dulcísimo y blando enemigo, sacó a relucir su concepción de las suertes, con cuatro pases de pecho que eran cuatro carteles. Todo para paladares finos. Le plantó cara al 5º, con mucho más poder, y otra vez el madrileño dejó sentado su capacidad para meter en los engaños a este tipo de toros.

Poca suerte en sorteo tuvo Antonio Ferrera. Con todo, sus detalles toreros --unos de arte, otros de capacidad en la lidia-- resultan una delicia de presenciar. Incluso cuando no tiene un triunfo rotundo, siempre regala momentos de importancia.

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