Los destellos de arte y de empaque con los que va por el toreo Diego
Urdiales, con ser los de esta tarde muy de recordar, no fueron
suficientes para salvar el primer cartel con figuras. Con una entrada
impropia de la ocasión y con una corrida de Zalduendo --la ganadería del
futuro co-empresario de esta plaza—que resultó decepcionante.
Responsable como siempre Enrique Ponce, con pocas opciones para el
lucimiento. Y Ginés Marín con vibración frente al 6º, pero sin rematar
la faena con la espada
BILBAO.Tercera
de las Corridas Generales.
No se llegó a la media entrada. Toros de
Zalduendo (Alberto Bailleres), desiguales de presentación y muy
deslucidos y agarrados al piso; tan sólo acabó rompiendo el 2º, muy bien
manejado por Urdiales. Enrique Ponce (de gris plomo y oro), ovación y
silencio tras un aviso. Diego Urdiales (de marino y oro), una oreja y
silencio. Ginés Marín (de grosella y oro), silencio y ovación tras un
aviso.
No pudo ser. Tampoco con el primer cartel de figuras. Y no es ya por el viejo refrán de que “víspera de expectación….”. Si
damos por bueno lo que se dice en las redes sociales, los altos precios
--que lo son y mucho-- influyen en estas paupérrimas entradas que viene
teniendo Vista Alegre. Vaya usted a saber. Puede ser eso, o cualquier
otra causa; pero es lo cierto que al espectador que se le echa de una
plaza cuesta un mundo recuperarlo.
Se
presentaba como ganadero el que será futuro co-empresario de esta
plaza, Alberto Bailleres, que ocupaba un barrera del tendido 2 con su
hombre de confianza, Antonio Barrera. Deslucida la tarde de sus toros.
Ni por presentación, ni por juego, se pueden salvar. Después de muy bien
sobado por las manos prudentes de Diego Urdiales, rompió en la fase
final el que hizo 2º. Apuntaba sus cosas el que cerró la función, pero
su blandura deslucía mucho. El resto, mejor olvidarlos, no merecen ni
entrar en tecnicismos.
Tiene
su mérito Enrique Ponce. Después de lo de Valencia, que fue una lesión
muy seria, no quería faltar a su cita bilbaína. Dura preparación que en
Vista Alegre este martes no pudo lucir. Pero siempre tiene detalles
toreros, chispazos que llaman la atención. Lo que no pudo haber, en
ninguno de sus dos turnos, fueron faenas macizas y completas. Los de
Zalduendo no andaban por ese palo.
Los
momentos para recordar llevan la firma de Diego Urdiales. Frente al 2º,
hubo unas series sobre la mano izquierda --la última a pie juntos-- que
eran un monumento al empaque. Qué forma tan serena de explicar el arte
del toreo. Lo mató por arriba, y a sus manos fue la única oreja de
verdadero peso que se ha cortado hasta ahora en el abono. Con el fuerte
mulo que salió como 5º, nada que hacer, salvo estar aseado.
Poco
se le podía pedir a Ginés Marín frente al nulo 3º. En cambio, estuvo
muy enrazado frente al que cerró la tarde. Todo el trasteo tuvo
vibración, incluso para sobreponerse a la continuada flojedad del Zalduendo. Si los aceros hubieran funcionado, podría haber cortado un trofeo, porque su esfuerzo lo merecía.
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